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Automoción

Volkswagen, una crisis que puede salpicar a Schröder

Sobornos, empresas tapadera y bares de alterne atormentan desde hace semanas al presidente del mayor fabricante de automóviles de Europa, Bernd Pischetsrieder y amenazan con alterar la estructura de poder que ha gobernado Volkswagen en el último medio siglo. Es más, las repercusiones van más allá de las fronteras de Wolfsburgo, la ciudad de la Baja Sajonia que acoge desde la década de los treinta a Volkswagen y se dirigen imparables hacia Berlín, ya que este escándalo podría llegar incluso a afectar a la reelección del canciller Gerhard Schröder.

En el centro de la polémica está Peter Hartz, el director de recursos humanos de la compañía, que el pasado viernes se vio obligado a presentar su dimisión, una decisión que será estudiada mañana por el consejo de administración de la compañía, según anunció el sábado el primer ministro de Baja Sajonia, Christian Wulff. A Hartz y al antiguo director de personal de la filial checa Skoda Helmut Schuster (dimitido el 15 de junio) se les acusa de haber sobornado al comité de empresa y a proveedores facilitándoles encuentros sexuales con mujeres, según destapó el diario Süddeutsche Zeitung. El pasado jueves, el prestigioso Frankfurter Allgemeine Zeitung publicaba que algún ejecutivo había contratado -con cargo a la compañía- a una bailarina para que ofreciese una actuación a varios miembros del consejo en el hotel Georges V de París. Asimismo, la fiscalía de Braunschweig investiga la presunta puesta en marcha de una red de compañías creadas por ex altos cargos de Volkswagen para hacer negocios con esta empresa.

Hartz ha acaparado en los últimos días toda la atención de los medios de comunicación por este escándalo, sobre todo después de que hubiese dimitido el jefe del comité de empresa, Klaus Volkert. Además de Volkert y de Schuster, también han sido cesados de sus funciones un subordinado de Hartz en el departamento de recursos humanos Klaus-Joaquim Gebauer. El diario Financial Times Deutschland aseguró la pasada semana en una información que Hartz incluso dio la 'clara orden' de poner a disposición del comité de empresa un fondo para viajes de negocios que no se sometió a ningún tipo de control y cuyo monto por ahora se desconoce. Según dicho artículo, miembros del comité de empresa usaron esa especie de cheque en blanco a su antojo, lo cual pone en tela de juicio la afirmación de Hartz de que desconocía la existencia de 'dietas' con las que la dirección habría pagado a los sindicalistas viajes de lujo a Brasil, con visitas incluidas a bares de alterne para ganarse su favor. Hasta ahora, Hartz había calificado de 'absurdas' estas imputaciones. Pero finalmente se vio presionado a dimitir.

La crisis ha puesto en entredicho el sistema de codecisión implantado por Volkswagen desde 1945

La cuestión no tendría por qué haber saltado a la arena política si no fuese porque Hartz ha sido, desde su puesto de asesor del canciller Gerhard Schröder, responsable de impopulares reformas sociales que han acabado con la hegemonía de los socialdemócratas en el land de Renania Westfalia y que amenazan con expulsarlo de la cancillería en los comicios de septiembre.

Una circunstancia que está siendo convenientemente aprovechada por los líderes de la CDU. Y el primero de ellos, el primer ministro del land de Baja Sajonia -primer accionista de Volkswagen con el 19% del capital-, el demócrata cristiano Christian Wulff, quien ha afirmado que lo ocurrido es 'inadmisible' y que 'todos los altos cargos de VW deberían confesar sus delitos, empezando por Peter Hartz'.

La imagen de Volkswagen y la de Schröder, en cualquier caso, pueden no ser los únicos perjudicados de este escándalo. 'El modelo VW está en crisis', tituló recientemente el Handelsblatt, el diario económico de referencia en el país. Nunca antes, desde 1945, se había criticado tanto el organigrama del primer fabricante de coches de Europa y dueño de la marca española Seat.

En buena parte de las compañías germanas, y en Volkswagen en particular, dirección y trabajadores debaten de forma conjunta las decisiones cruciales de la compañía, ya que el comité tiene derecho a un número determinado de plazas en el consejo. Esta práctica, valorada antaño porque permitía un diálogo entre todos los actores, ha caído en desgracia tras comprobarse que tanto directivos como representantes sindicales pueden protagonizar usos fraudulentos en beneficio propio.

Rainer Brüderle, jefe del grupo parlamentario del FDP, el partido bisagra alemán que siempre ha criticado que los sindicatos, en nombre de los operarios, gozarán de tanto poder en la empresas, ha afirmado que 'los hechos acontecidos demuestran los defectos del sistema alemán de codecisión'.

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