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El día después del 7-J

Fracasa la negociación para detener el cambio climático

Si los acuerdos del G-8 respecto a la reducción de la pobreza han llevado a opiniones para todos los gustos, más clara ha sido la decepción en lo tocante a la conservación del medio ambiente. Sin ninguna esperanza de reintegrar a Estados Unidos en el Protocolo de Kioto, que limita la emisión de gases de efecto invernadero, las expectativas se centraban en alcanzar algún acuerdo para cuando termine aquél, en 2012.

Pero no ha habido nada de eso. Lo único que se ha conseguido es una declaración conjunta, en la que los líderes se limitan a constatar lo evidente desde el punto de vista científico: 'Sabemos que el uso creciente de energía procedentes de combustibles fósiles y otras actividades humanas contribuyen en gran medida a la creación de gases de efecto invernadero asociados con el calentamiento de la superficie terrestre', reza el comunicado.

A tan poco se aspiraba que el presidente francés, Jacques Chirac, celebró esta declaración como una 'evolución real y visible' en la posición estadounidense. Apelando de nuevo al posibilismo, constató que la proclama 'es importante, incluso si no llega tan lejos como yo hubiera querido'.

El presidente estadounidense, George Bush, que sacó a su país del acuerdo de Kioto cuando accedió a la Casa Blanca hace cinco años, centró sus propuestas en 'elevar la inversión en tecnologías de energías limpias', eludiendo cualquier compromiso sobre contención de emisiones.

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