Para ser expatriado, mejor tener más de 50 años
Hombre (el 85%), de 30 a 35 años (el 32%), casado (el 68%) y con hijos (55%). Este es el perfil del profesional que las empresas eligen para desplazar al extranjero, según el estudio de la escuela de negocios IESE Políticas de expatriación y repatriación en multinacionales. Sin embargo, como ayer señaló su autor, el profesor Sandalio Gómez, 'las empresas deberían buscar entre profesionales de más de 50 años'.
Entre los motivos detectados por el estudio para el rechazo de la expatriación figuran cuestiones familiares (94%), el sentirse al margen de la evolución de la empresa matriz (82%) y el hecho de no planificar la repatriación (el 58%). Para el profesor Gómez, los profesionales de más de 50 años se encuentran en una situación idónea para superar estas trabas. 'No tienen la responsabilidad familiar de los jóvenes, acumulan una gran cultura de la empresa y les va a hacer felices', afirma. Como así describe el estudio, 'puede suponer un broche de oro para su carrera profesional', con lo que se evita el gran problema de qué hacer con el expatriado cuando regresa. Esto es, en todo caso, una opción a tener en cuenta al organizar un proceso de expatriación porque el gran problema es, precisamente, que no se organiza.
Las empresas se centran en la capacidad técnica del profesional que va a ir al extranjero, es reclutado con cuestionarios y herramientas de selección similares a las empleadas para cubrir vacantes en la matriz, hay falta de precisión en la duración del desplazamiento y un desconocimiento absoluto de lo que pasará a su vuelta. Sobre todo esto, además, planea la situación del profesional expatriado que es lo más determinante del desplazamiento y, según el estudio, lo menos atendido por las empresas.
Frente a estas carencias, el profesor Gómez recomienda valorar aspectos como la capacidad de adaptación a la cultura de destino del profesional. 'Hay individuos que pueden ser brillantes en Europa o Estados Unidos, pero no en Asia', señala. En este sentido, Lourdes Fernández, colaboradora en el estudio, puntualiza que los países del este de Europa son unos de los que más problemas de adaptación están generando.
Tras una selección adecuada, el obstáculo a sortear es la familia. Además de casa y colegio para los niños, algo que ya se hace, los autores apuestan porque la empresa busque trabajo al cónyuge del expatriado y ayude a la adaptación cultural de la familia.
Al abordar el retorno (el 88% no sabe qué puesto va a ocupar al volver) los resultados del estudio son preocupantes. Las empresas se plantean qué hacer con el desplazado seis meses antes de su regreso o cuando ya ha vuelto y aunque valoran sus nuevos conocimientos, el trabajador siente que no los puede aplicar. El profesor Gómez, además, insiste en desterrar una falsa creencia: 'la salida al exterior no es ni mucho menos sinónimo de un ascenso a la vuelta'. Como consejo, el estudio recomienda al expatriado cuidar desde la distancia su red de contactos.