El atraso tecnológico amenaza con lastrar la competitividad de España
El escaso esfuerzo inversor en I+D+i, que ahora pretende corregir el Gobierno, implica efectos tan nocivos como que España obtiene menos del 1% del total de patentes de la UE. El atraso tecnológico amenaza, además, con lastrar aún más la competitividad.
Algo extraño le sucede a un país que, teniendo un 16% más licenciados que la media europea, se queda en el 13% respecto al valor medio de los quince en términos de patentes de alta tecnología concedidas. En lo tocante al stock de capital de innovación y tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), España sólo aguanta el tipo en el lado de la formación universitaria. El informe anual de la fundación Cotec, presentado el lunes, advierte de los efectos que el retraso tecnológico español tiene para la competitividad. Sobre todo, en una economía globalizada en la que ya no se puede competir en costes laborales.
Las últimas cifras conocidas no invitan al optimismo: según la Comisión Europea, y con datos de 2004, el valor añadido de la alta tecnología sobre el total de la industria es en España menos de la mitad que la media de la UE-15. El gasto en tecnologías de información queda en el 77% de la media, pero aún más sintomático es el caso de las patentes concedidas (resultado más palpable de los proyectos de investigación y desarrollo): según datos de la OCDE, España obtiene menos del 1% de las patentes de la UE. Un dato llamativo, si se tiene en cuenta que nuestro país supone el 8% del PIB europeo. Detrás de todo ello subyace una causa sencilla: España invierte un 1% de su PIB en investigación, desarrollo e innovación. La mitad que la media de la UE, y la tercera parte que Estados Unidos o Japón.
La relación entre la inversión en I+D+i y el crecimiento futuro es clara. Un reciente estudio estadounidense sugiere que el aumento de un 1% en el stock de conocimiento aumenta la productividad entre un 0,05% y un 0,25% a largo plazo. A partir de ahí, mayor productividad implica más capacidad competitiva en la economía globalizada. Un efecto de vital importancia para nuestro país: entre enero y abril, el déficit comercial creció un 42%, y el sector exterior amenaza con llevarse este año un bocado del incremento del PIB aún mayor que el 1,7% de 2004.
Lejos de la media europea
Un elemento clave para observar el grado de implantación tecnológica en una sociedad es el acceso a internet. En España, sólo una de cada tres empresas con menos de diez empleados dispone de conexión a la red, y apenas un 8% utilizan el comercio electrónico, epígrafe en el que nuestro país ocupa el último lugar de los quince. En los hogares, el porcentaje de acceso a internet es del 31% (superando sólo a Italia, Grecia y Portugal). También aquí la causa es evidente: España invirtió el año pasado un 4,8% de su PIB en tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lejos del 7% de la media europea.
El Gobierno espera acelerar un proceso de convergencia tecnológica con Europa que, según Cotec, con los ritmos actuales sólo se alcanzaría dentro de 15 años. El plan Ingenio 2010, presentado el jueves, cuenta con una dotación presupuestaria inicial de 2.830 millones, y tiene como objetivo alcanzar la actual media comunitaria en I+D+i (2% del PIB) en cinco años. Para entonces, según la Agenda de Lisboa, la Europa de los 25 ya debería estar en el 3%.
Detrás de la República Checa
Una síntesis de los indicadores de desarrollo tecnológico puede encontrarse en la clasificación que elabora el World Economic Forum. La última tabla, obtenida a partir de datos de 2002, refleja una situación preocupante al tiempo que predecible: el escaso esfuerzo inversor de España en investigación y desarrollo coloca a España en el vigesimoquinto lugar del mundo.La clasificación se forma mediante dos subíndices, que engloban elementos capitales para determinar el stock tecnológico del que dispone un país. Por una parte, el de la innovación, en el que España (octava potencia del mundo en términos de PIB) ocupa el puesto 25 sobre 104 países analizados.Por la otra, la implantación de tecnologías de innovación y comunicación (TIC). En este punto España sale todavía peor parada: ocupa el puesto 31, justo detrás de la República Checa.
Tres motivos de preocupación y uno para la esperanza
Uso de internet en empresas y familias. El acceso a las tecnologías de la información es uno de las grandes tareas pendientes. España sólo supera a tres países de la UE-15 en términos de utilización de internet en los hogares y las empresas. El retraso es especialmente significativo en el uso del comercio electrónico, una de las principales fuentes de ganancias de competitividad, en el que España ocupa el último lugar.Exportaciones de alta tecnología. Según la Comisión, España tiene un 0,64% de cuota en las exportaciones mundiales de productos de alta tecnología. De nuevo, las comparaciones son preocupantes: Alemania tiene un 8,10%, y Francia un 7,43%. Esta situación incide directamente en el déficit comercial: mientras la tasa de cobertura general es del 67%, la de productos de alta tecnología no alcanza el 50%.Patentes solicitadas y obtenidas. La inversión en innovación tiene como corolario óptimo el logro de mejoras, sea en productos o en procesos, que se traducen en patentes. La posición de España es sintomática: sobre una media europea de 100, España apenas solicita un 11% de las de alta tecnología, y se le concede un 13% respecto a la media. En patentes generales, las cifras son parecidas: 16% y 11%.Artículos científicos publicados. Otro de los datos utilizados para comprobar el grado de eficacia de la inversión en investigación es el número de artículos científicos publicados en revistas internacionales. La mejora del capital humano español se traduce en una tendencia positiva: mientras en 1988 los científicos españoles publicaron 9.324 artículos (1,3% del total mundial), en 2003 se rozaron los 30.000 (2,8%).