Mover el dinero pero, ¿hacia dónde?
El despiste generalizado sobre el momento del ciclo económico, el efecto de los tipos de interés y las perspectivas que la curva de tipos arroja sobre el dinamismo mundial se ha zanjado por las bravas, a golpe de máximos bursátiles. El mercado no tiene las cosas mucho más claras que hace un par de semanas, pero los inversores son algo más ricos. El dinero tiene extraordinarias propiedades, y una de las más destacadas es esa que hace que el inversor, cuando gana dinero, se olvida de que puede perderlo. Nublar el juicio, lo llaman algunos.
Conquistados dichos máximos bursátiles, la Bolsa puede marchar al ralentí durante un tiempo. Pero hasta el bolsista más novato es consciente de que el mercado no tiene mimbres para experimentar una subida continuada. El consenso dice que tampoco para una bajada, pero esa es otra historia. Lo fundamental es que con la Bolsa escasa de recorrido, el precio del bono por las nubes y las inversionres alternativas pasadas de moda, las pocas opciones de encontrar rendimiento están en la rotación sectorial y la selección de valores. Bien. Pero, ¿hacia dónde rotar?
Precisamente, el famoso enigma de los tipos encierra otro enigma, el de la evolución del ciclo. Puede quedar por delante la fase más tardía del ciclo económico, o una pausa antes de una reentrada más fuerte, o una fase de flojera sin inflación... Los tipos de interés a largo, clásica guía de los inversores, no dan pistas. Y si las dan son contradictorias con otras señales. Luego no hay forma de saber hacia dónde rotar el dinero.
Algunos expertos apuestan, en este contexto, por volver a valores con alto dividendo, una recomendación que tiene todo el sentido del mundo en un momento incierto pero que, también, no deja de ser una salida por el camino de enmedio. Si invertir en Bolsa fuera tan fácil como comprar las acciones con alto dividendo, muchos perderían su empleo.