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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pérdida de capital

He ganado un capital político y lo voy a utilizar'. Con esa frase, George Bush entró en su segunda legislatura en noviembre. Sus prioridades las dejó claras: la reforma de la Seguridad Social (pensiones) y de la ley tributaria para simplificarla y hacerla más justa.

Hoy, ocho meses después de su victoria, no se ve el rendimiento de ese capital.

La reforma de las pensiones está en punto muerto. El plan de Bush, que contempla la parcial privatización del sistema, no levanta pasiones en el Congreso. Ni convence a los demócratas ni a muchos republicanos, lo que anula las posibilidad de que la reforma salga adelante.

De hecho, los líderes republicanos de los comités económicos del Senado y de la Cámara de Representantes buscan alternativas a la reforma planteada por el presidente. Lo que se sabe de estos 'planes B y C' es que excluyen un punto clave para Bush, la creación de cuentas de ahorro en las que se deposite parte de la cotización a la seguridad social.

En la calle se respira el mismo rechazo que en las Cámaras. A pesar de que el presidente ha visitado casi 40 ciudades de todo el país para promocionar su plan, la reforma sigue sin lograr el apoyo popular.

Solo el 27% de los encuestados en una reciente consulta de The New York Times/CBS dice ser partidario de esta propuesta. La encuesta, publicada el viernes, muestra que el 45% de los ciudadanos admite que cuanto más oyen hablar al presidente de ello, menos les gusta.

La otra piedra angular de la agenda, la reforma de la ley tributaria, tampoco avanza.

Las dificultades con las pensiones y otras iniciativas han aconsejado mantener este otro frente discretamente cerrado. Estaba previsto que el panel de economistas, académicos y expertos que está valorando las iniciativas presentara a finales de julio un informe con el que el Tesoro pudiera empezar a trabajar. La semana pasada se confirmó que este estudio no se conocerá hasta septiembre lo que implica que la cuestión se empezará a tratar en 2006.

Otras iniciativas como la ratificación del tratado de libre comercio con Centroamérica, la renovación de algunas provisiones de la ley antiterrorista o el nombramiento de John Bolton como embajador en la ONU, por ejemplo, también se retrasan.

Las encuestas reflejan la erosión del capital político del presidente más votado de la historia de este país y confirman que las segundas legislaturas son más difíciles. Según el diario neoyorquino, el 42% de los americanos aprueba en general la gestión del presidente frente al 51% que lo hacía en noviembre de 2004. Además, en clave externa, solo el 37% cree que lo esté haciendo bien en Irak (frente al 45% que así lo pensaba en febrero). La nota popular está por debajo de la que es históricamente normal en el primer año de segunda legislatura.

Aunque Bush no puede ser reelegido, las encuestas no pueden serle indiferentes porque la valoración de sus políticas es importante para el Congreso. En las cámaras, los legisladores son sensibles a los pulsos de opinión pública porque sus puestos se renuevan parcialmente en elecciones cada dos años. Actualmente, y según la encuesta del Times, la valoración de su labor es muy pobre, así que es de esperar que extremen su cuidado a la hora mostrar su apoyo a medidas que pierden popularidad y prueben que el capital político se deprecia rápidamente.

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