Blair asume la presidencia de la UE con poco margen para rematar el presupuesto
El primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, pasará la próxima semana el testigo de la presidencia de la Unión Europea a su homólogo británico, Tony Blair. Reino Unido hereda la espinosa tarea de continuar las negociaciones del presupuesto de la UE para 2007-2013 que el sábado embarrancaron por su oposición y la de Holanda.
Las posibilidades de que Londres remate un acuerdo antes de diciembre de este año parecen muy debilitadas después de que Blair se enfrentara abiertamente en la última cumbre a Francia y Alemania.
Aún así, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cree que 'la presidencia británica debe intentarlo'. Y, disgustado con la gestión de Luxemburgo, pide 'una mejora del método de negociación' seguido hasta el momento.
Juncker, por su parte, declinó en la madrugada del sábado dar consejos a su sucesor. Y, socarrón, anunció que no escuchará el próximo jueves la presentación del programa de la presidencia de Blair 'porque es fiesta local en Luxemburgo'.
Algunos analistas creen que el Gobierno británico no intentará culminar las negociaciones, consciente de la posición minoritaria que ha defendido en la última cumbre. Sólo Suecia parece partidaria de abordar inmediatamente una revisión en profundidad del presupuesto como la que defendía el viernes Blair. 'La reforma, quizá, sea necesaria en el futuro, pero hoy es prematura', descartaba Zapatero.
La estrategia de Blair parece también diseñada a más largo plazo. El británico ha aprovechado la debilidad del canciller alemán, Gerhard Schröder, y del presidente francés, Jacques Chirac, para intentar hacerse con el timón de la UE. El probable relevo de esos líderes a finales de este año (Schröder) y en 2007 (Chirac) podría dar a Londres un mayor protagonismo en la vida comunitaria.
Pero la fracasada cumbre ha puesto de manifiesto que Blair difícilmente puede liderar un club mientras se vea impelido por su electorado a adoptar posiciones de bloqueo nada constructivas. Y la aspiración de Blair a ser la voz del no a la Constitución europea olvida que, en gran parte, ese voto rechaza el liberalismo económico que él pregona para la UE.