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Tribuna
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Ante el fraude en el consumo

La salud de la vida económica es fundamental para la estabilidad social, la generación de riqueza y la creación de empleo. En esta realidad las entidades financieras tienen un puesto relevante y los establecimientos de crédito resultan decisivos para la democratización del bienestar de los consumidores. En la actualidad, el tirón del consumo constituye la locomotora que permite hacer avanzar nuestra economía en unos términos aún razonables.

España es uno de los países con sistemas de financiación al consumo más desarrollados; los consumidores acceden a iguales productos que los de las economías más avanzadas y el servicio se da con gran agilidad operativa. Sin dejar de hacer referencia al tirón del consumo que realizan las grandes superficies, buena parte de esta actividad de distribución de bienes y servicios se mueve en España a través de las pymes, estimadas en medio millón.

Hoy, una gran mayoría de ciudadanos accede a los bienes y servicios porque existe una estructura de crédito perfectamente regulada por las autoridades monetarias y que genera la necesaria seguridad jurídica para el endeudamiento. La financiación ha pasado a ser uno de los servicios más apreciados por los ciudadanos. El 60% de los bienes de automoción se hacen en España de forma financiada, y el 40% del resto de bienes de consumo.

Asnef pondrá en marcha un fichero nacional para que los ciudadanos puedan incluirse cuando pierdan o les sustraigan sus documentos de identificación

Pero éste motor de la economía no sería efectivo si los consumidores tuvieran que acceder a las operaciones de crédito con complicadas formalidades y garantías. Las entidades de todo el mundo han tenido que reorganizar su actividad buscando las fórmulas más ágiles y eficaces. Como se comprende fácilmente, la financiación del consumo no puede tener las mismas complejidades que la de bienes más duraderos y de mayor garantía, como los inmobiliarios. Sabemos que las facilidades posibilitan el riesgo de fraude. Desgraciadamente, la actividad delictiva ha crecido últimamente en todos los sectores y el financiero no podría ser una excepción. El propio sistema se ha convertido en víctima potencial del crimen a través fundamentalmente de la defraudación.

Las empresas no pueden seguir trabajando en esta materia como compartimentos estancos. Es necesario unir fuerzas y colaborar decididamente con las autoridades de seguridad y monetarias y, sobre todo, con los consumidores. La Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (Asnef), que integra a entidades financieras de crédito al consumo, vio hace tiempo que tenía que liderar este movimiento, al reconocer que la actividad de sus representadas era propicia al ataque de defraudadores, porque ofrecían a los consumidores créditos muy ágiles, en poco tiempo, y con las formalidades imprescindibles.

Aún no poseemos cifras precisas sobre el fraude al consumo en España, aunque hemos desarrollado ya instrumentos para conseguir datos que ayuden a planificar la prevención. Con los que manejamos, el fraude estimado de la totalidad del sector es de alrededor de 64 millones de euros.

La laguna de los sistemas financieros de todo el mundo la conocen perfectamente los estafadores: la identificación. Si cualquier actor está identificado, el sistema controlará su actuación. Hasta puede permitirse el lujo de tener morosidad, si se corresponde con personas reales. Lo que no puede admitir es que la delincuencia actúe con identidades falsas o suplantadas.

El propio Banco de España está preocupado por este problema. Ya nos ha trasmitido su inquietud ante el incremento de las reclamaciones de titulares declarados a la Central de Información de Riesgos en las que se ponía de manifiesto la utilización fraudulenta de documentación (DNI, declaraciones de renta, informes sobre vida laboral...) por individuos que suplantaban la personalidad de los titulares, a fin de obtener financiación para la compra, sobre todo de vehículos, a nombre de los verdaderos titulares sin que estos tuvieran el menor conocimiento. Y exige a las entidades que extrememos las precauciones.

Se ha creado en la Asnef un departamento específico de prevención del fraude para la coordinación entre empresas y la colaboración con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. En cada entidad se han potenciado los departamentos de prevención. Hemos firmado convenios con el Ministerio del Interior y con los departamentos de Interior vasco y catalán, así como con el Consejo General del Poder Judicial, y buscamos todas las fórmulas legales de compartir la información para prevenir el fraude, bajo el control de la Agencia de Protección de Datos.

Para preservar la identidad de los consumidores, Asnef tiene ya desarrollado un fichero nacional de autoinclusión para que los ciudadanos puedan incluirse -voluntariamente, por el tiempo que decidan y de forma gratuita- cuando pierdan o les sustraigan sus documentos de identificación. Pretendemos que esté operativo el cuarto trimestre de este año. El fichero llenará una laguna de seguridad en la identificación de los ciudadanos que viven y trabajan en España.

Existe un mercado clandestino cada vez más importante en que se pagan muy bien los documentos de identidad y las tarjetas de extranjero, para defraudar y cometer otros delitos. Ahora los ciudadanos podrán poner a buen recaudo su identidad contra el fraude, simplemente autoincluyéndose en este fichero por el tiempo que consideren oportuno y permitiendo que las entidades puedan consultarlo.

Con esta sencilla operativa evitaremos miles de delitos y el calvario al que se ven sometidos los ciudadanos que tienen la desgracia de perder o que le sustraigan los documentos de identidad y que por esta causa son requeridos por distintos juzgados o por los cuerpos de seguridad tras las denuncias de las víctimas del fraude, o comprueban desolados que han sido incluidos en ficheros de morosidad sin haber firmado ninguna operación.

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