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Tribuna
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La convergencia de las empresas españolas

Al tratar sobre la convergencia socioeconómica, hay que evitar el síndrome de Aquiles y la tortuga. Converger significa 'dirigirse a un mismo punto', según la Real Academia. El problema consiste en saber cuál es dicho punto y qué hacer para que Aquiles alcance a la tortuga.

Las inquietudes por el desarrollo de la sociedad de la información en España han llevado a la necesidad de elaborar un Plan de Convergencia. Estas líneas pretenden aportar algunas ideas que ayuden a la reflexión colectiva que todo esfuerzo de esta naturaleza implica.

El punto a alcanzar es lo que se suele llamar 'la situación de los países de nuestro entorno' o la media europea. Pero la media europea ¿de qué?

La iniciativa e-Europe 2005 incluye un conjunto de indicadores objetivos, homogéneos y refrendados por Eurostat sobre el avance de la Sociedad de la Información que permiten situar a cada país dentro de la UE. Para las empresas, se dispone de un indicador compuesto (denominado H) que atiende a la adopción y uso de las herramientas de internet. El punto de convergencia sería superar la media de la UE en términos del indicador H.

Aun hacen falta más cosas: Saber dónde estamos, dónde estaremos y qué hacer para converger. Desde el programa Artepyme II, del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, se ha hecho un trabajo para contestar a ¿qué debe hacer Aquiles para conseguir comerse a la tortuga?

En 2002, España se encontraba ligeramente por encima de la media de la UE-15, medida a través del indicador H, por encima de países como Italia, Irlanda, Francia, Grecia y Portugal. En 2003, España avanza, pero se ha separado de la media de la UE-15. El desarrollo en España fue inferior al habido, en media, en la UE-15. La tortuga ha corrido más que Aquiles.

En 2003 existían comunidades autónomas que superaban a muchos países europeos de similares dimensiones demográficas, mientras otras se situaban a la cola de Europa. Así, Madrid, la comunidad más avanzada, superaba en 2003 a países como Austria, Holanda o Irlanda, de dimensiones comparables, aparte de Alemania, Reino Unido, Italia, etcétera, de mayor tamaño. Por otro lado, la comunidad menos desarrollada, se encontraba por detrás de Portugal y Grecia.

De acuerdo con los datos de ese mismo año (2003), se procedió a elaborar un modelo de tipo logístico con cada uno de los 12 indicadores que forman parte del indicador compuesto, estimando su evolución hasta el 2009, en España y en la UE-15.

España se alejaría en 2009 de la convergencia con la UE-15. Las carencias previsibles afectarían a unas 160.000 empresas de más de 10 trabajadores y unas 700.000 de menos de 10. Estas cifras representan el número máximo de empresas que carecerían de algunos de los medios observados en el conjunto de indicadores que forman el indicador H para poder alcanzar la convergencia.

En cuanto al interior de España, se producirían cambios sustanciales en la ordenación de las comunidades autónomas, mejorando sustancialmente algunas de las menos avanzadas, como Andalucía, y empeorando bastante otras de las más avanzadas, como el País Vasco o Navarra.

Las carencias previstas en 2009 se centran en aquellos aspectos que suponen cambios culturales y organizativos en las empresas, tales como la realización de compras o ventas por la red o la existencia de redes internas dentro de las empresas. Es en esos aspectos donde el retraso de España, en el escenario tendencial calculado, será más acusado.

Para conseguir mantenerse en la media Europea, los costes de la convergencia se estiman en un total de unos 1.300 millones de euros, hasta 2009. Es decir, éste es el importe de las inversiones adicionales a realizar por los agentes económicos, asumiendo que las inversiones ordinarias se mantienen durante el período.

Pues bien, llegados a este punto, es necesario apuntar el método que debe seguir Aquiles para alcanzar a la tortuga.

El principio básico es que el papel de las Administraciones públicas es el de fomentar el uso de las nuevas herramientas, procurando la existencia de un entorno regulatorio favorable y promoviendo la difusión, la formación y la ayuda para la existencia de casos de éxito entre las empresas. Son las empresas las que deben adoptar las decisiones de inversión que crean más convenientes para su negocio.

Las acciones a abordar por las empresas para cumplir el objetivo de la convergencia serían, extender los sistemas de venta y de recepción de pedidos a través de internet, la interconexión interna de los ordenadores en las empresas y el acceso a internet, con todo lo que esto implica en cuanto a cambios internos.

Si hubiera que resumir estas acciones, se podría decir que el conjunto supone el fomento de negocio electrónico en las empresas. Si las empresas asumen este cambio organizativo y actúan en consecuencia, la convergencia está asegurada.

Teniendo en cuenta el número de empresas consideradas (unas 860.000), parece obvio que el problema sólo se puede abordar desde soluciones de tipo colectivo con un fuerte componente sectorial. Las soluciones de tipo individual sólo funcionarán para empresas mayores, no para las pequeñas, que carecen de los recursos financieros, humanos y de conocimiento necesarios.

Las Administraciones públicas pueden tener un importante papel en alcanzar estos objetivos mediante la consolidación de las bases legales del comercio electrónico y favoreciendo las compras de bienes y servicios a través de internet (cerca del 40% del total de compras en España). Se trata del prescriptor perfecto para las empresas.

Hasta aquí lo que se ha investigado. El que Aquiles, finalmente, alcance a la tortuga o no es harina de otro costal.

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