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CincoSentidos

Una intensa lluvia deslució la lidia de unos 'miuras' flojos

En sólo una hora, sobre el ruedo de Las Ventas, descargó todo el agua que no ha caído durante los meses anteriores. Con el ruedo hecho una auténtica laguna, Juan José Padilla y el Fundi hicieron frente con gran hombría a los toros tercero y cuarto. A la muerte de este último, la autoridad anunció por megafonía que la corrida quedaba suspendida 'por decisión del presidente y de los toreros'.

Los pocos espectadores que para aquel entonces quedaban aún en los tendidos y todos los de las gradas y andanadas que habían presenciado la corrida protegidos contra la lluvia, protestaron airadamente. Y entonces, sucedió uno de los hechos más insólitos de la historia del toreo: a los cinco minutos de anunciarse la suspensión, el presidente comunicó su decisión de reanudar la corrida. Un instante después, puntualizó que la decisión 'la habían tomado de manera unánime los tres matadores'. Y el festejo continuó como si nada hubiese pasado.

La corrida de ayer era una de las más esperadas del abono, con la presencia en Las Ventas de los legendarios toros de Miura. Al ruedo de Madrid saltaron seis gigantescos animales, algunos feos y desproporcionados de hechura, mucho más buenos que malos, pero excesivamente flojos. La corrida fue, en realidad, seis gigantes con pies de barro, el mismo barro que se formó sobre la arena de Las Ventas.

El segundo y el tercero fueron devueltos a los corrales por flojos y sustituidos por sendos sobreros de Puerto Frontino, que no desmerecieron de los titulares. Todos los toros de Miura tuvieron tres características en común: su bondad, su sosería y su falta de fuerza. El Fundi, que es el mayor especialista actualmente de este hierro, lidió los dos suyos sin problemas. Toreó bien al que abrió la corrida e hizo un esfuerzo enorme ante el cuarto, cuando caía una intensa cortina de agua.

Con la reanudación del festejo, cambió el tono del público. Fue como si la lluvia hubiese renovado sus ilusiones antes dormidas, aunque en realidad fue la decisión de los toreros de no irse a sus casas dejando dos toros sin lidiar. La alegría del público se notó en como apoyaron a José Ignacio Ramos en el quinto, un miura de impresionante estampa, al que toreó de maravilla con el capote. Muy voluntarioso y decidido con la muleta, fue una lástima que el toro tuviera las mismas características que sus hermanos, y que en la muleta se viniese pronto a bajo. La nueva actitud del público se notó en la ovación que Ramos recibió tras pinchar dos veces a su segundo

Juan José Padilla

El diluvio comenzó nada coger Juan José Padilla la muleta en el tercero. Entonces llovía mucho, aunque el ruedo aún no presentaba el mal estado que tuvo en el toro siguiente. Toreó realmente bien a este toro, probablemente el más noble y también el más soso de la corrida. Su faena tuvo buen nivel, y los ayudados por alto finales, fueron de verdadera categoría. En el sexto estuvo variado con el capote, acertado en banderillas y entregado con la muleta ante el único miura que desarrollo dificultades e hizo honor a la leyenda de la ganadería.

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