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Secretos de despacho

Estética personal para Marañón

La conversación discurre de manera suave, cómoda y relajada, junto a un ventanal frente a la madrileña Plaza del Rey. Un lugar al que el abogado Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, madrileño de 62 años, le tiene especial cariño. Fue en esa plaza donde comenzó a coger fuelle su carrera profesional como director general del Banco Urquijo, entidad que ocupaba el edificio que acoge ahora al Ministerio de Cultura. Años más tarde, se instaló en un piso enfrente, donde se ubica la Real Fundación de Toledo, de la que es presidente, y que le sirve de cuartel general para sus múltiples ocupaciones como consejero y presidente de compañías como Roche Farma, Universal Music Spain, la Real Fábrica de Tapices o la Fundación Teatro de la Abadía.

De exquisitos modales, discurso pausado e impecable sastre, Marañón asegura que es una persona muy desordenada, con un imán especial para acumular libros y papeles. Sobre su amplia mesa de trabajo, un modelo de los denominados de socios, ya que sirve para que puedan trabajar dos personas por ambos lados, tiene desperdigados pequeños montones de papeles, que en su conjunto hacen un desorden acogedor. Su despacho es cálido, agradable, decorado en tonos claros que hacen que se asemeje más a un acogedor salón que a un lugar para trabajar. 'He elegido colores sosegantes, que me relajen más que me provoquen. Me gusta que mi espacio tenga una estética más personal', señala.

Para recibir dispone de una zona con un sofá y una butaca y una sala de reuniones, donde acostumbra a despachar con sus colaboradores. Jamás lo hace frente a su mesa de trabajo. 'Siempre es una barrera y no me gusta ponerlas ni que me las pongan. Prefiero que la comunicación fluya sin ningún elemento que la distorsione', explica. Mientras trabaja, le gusta romper el silencio con un poco de música. 'Me puedo concentrar en cualquier sitio y hacer varias cosas a la vez. Puedo escribir un discurso rodeado de niños jugando'. No lo dice en vano: vive rodeado de hijos, ocho en total. A Gregorio Marañón se le encienden los ojos cuando habla de ellos y de su esposa. Los retratos de todos ellos decoran las estanterías del despacho. 'La familia es lo más importante. Me encanta estar con ellos. Los fines de semana desconecto totalmente, no hago vida social y dedico mi tiempo a mi familia'. A veces, lleva trabajo a casa, pero por una cuestión de eficacia y cortesía. 'Los temas pendientes me agobian y no me gusta que se dejen cartas o llamadas sin contestar'.

'Tengo buena capacidad de análisis y puedo pasar de un tema a otro sin demasiada complicación'

En la pared tiene un cuadro que le regaló Alberto Corazón, otro de la ciudad de Toledo y algún que otra obra obsequio de algún amigo. Le acompañan fotografías de personas con las que ha tenido alguna vinculación especial, como el príncipe Felipe, el que fuera alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, el ex presidente de Gobierno Felipe González, o Juan Lladó, que fue la primera persona con la que trabajó. Gregorio Marañón confiesa ser una persona apasionada en todo lo que hace, sobre todo con los temas relacionados con la cultura. Es patrono y miembro de la comisión ejecutiva del Teatro Real, patrono de la Fundación BBVA, de la Fundación Santillana, de la Fundación Ortega y Gasset, de la Fundación Mapfre-Tavera, de la Fundación Arte y Derecho, vicepresidente de la Fundación Gregorio Marañón, así como consejero de diversas compañías como Altadis, Logista, PRISA, Sogecable, SER, Viscofán o Lafarge Asland. Con esta agenda lo difícil es compaginarla, pero asegura que el secreto está en la pasión. 'Soy muy apasionado, me involucro en todo lo que hago. Tengo buena capacidad de análisis y puedo pasar de un tema a otro sin demasiada complicación. Eso me permite estar en varios sitios'. Agrega algo más: 'Tengo, además, una gran capacidad para trabajar en equipo y para empatizar con posiciones que no son las mías'. Sobre la independencia de los consejeros que recomiendan los manuales de buen gobierno de las empresas, opina que la clave está en tener precisamente agenda. 'La independencia la merma estar en un único consejo, ya que la retribución no puede depender de una sola fuente'. Marañón afirma que ser consejero exige cada vez mayor responsabilidad y dedicación. 'Con buenas formas se pueden decir muchas cosas en un consejo'. æpermil;l lo sabe muy bien.

El dibujo de Javier y el cariño de sus colegas

Por muchos consejos de administración, compromisos y ocupaciones que tenga que atender, Gregorio Marañón siempre tiene presente a los suyos. Si tiene que destacar algo de su despacho que guarde con especial cariño, no lo duda: un dibujo con una cariñosa dedicatoria que le pintó su hijo Javier. Y un certificado en clave de humor que le regalaron cuando se despidió hace cuatro años de sus compañeros del despacho de abogados Alzaga & Marañón, que fundó en 1967. En el texto le recordaban que era un gran letrado, mecenas y consejero, pero aún era mejor compañero. También le agradecían su sencillez y educación en el trato. 'Para mí es un halago haber trabajado como letrado y haber vivido esa experiencia al lado de profesionales magníficos'. Si algo persigue Marañón es la excelencia. 'Empezando por mí mismo, pero también soy comprensivo. Soy exigente con la buena predisposición'. Y anima a todos los ejecutivos a cultivar su vertiente más humanista.

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