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CincoSentidos

'Corum podría crecer más pero sólo producimos piezas limitadas'

La precisión, el diseño, el trabajo artesanal y el marketing, mucho marketing, son las señas de identidad de la firma suiza de alta relojería Corum, que ahora celebra su 50 aniversario. Este medio siglo, sin embargo, la convierte en una empresa de relojería joven, según el director general de la filial española, Ángel Iborra. Buena parte de las firmas más asentadas en el sector son centenarias.

A lo largo de estos 50 años, Corum ha superado varios hitos como la creación del primer modelo Admiral's Cup cuadrado en 1960, el lanzamiento del Golden Bridge con caja de zafiro completamente transparente en 1980 o la adquisición de la compañía por el millonario Severin Wunderman en 2000.

Este empresario y coleccionista (es propietario de la cadena estadounidense de cafeterías Coffee Beans Shop y su colección de arte está entre las 20 mejores del mundo) ya contaba con experiencia en el sector relojero. Hace casi cuatro décadas convenció a Gucci para que, además de ropa, diseñara relojes. Por motivos personales revendió su participación en la filial relojera al grupo Gucci y, poco más tarde, adquirió Corum.

El modelo de negocio se ha mantenido (siempre a la vanguardia y marcando tendecia), pero ahora es más sofisticado y exclusivo. Corum sólo fabrica 45.000 piezas al año a pesar de que buena parte de su producción ya está vendida antes de salir de fábrica, sobre todolas carísimas series limitadas.

Detrás de todo ello, hay una magnífica labor de marketing que les permite mantener unos crecimientos por encima de los dos dígitos. El año pasado el grupo facturó 66 millones de euros, lo que supuso un incremento del 12%. En España, donde vende sus piezas en 57 joyerías y relojerías de gama alta, facturó 1,8 millones de euros, un 20% más que el año anterior.

Para 2005 prevé un incremento de ventas similar aunque, según el director general, podrían crecer más porque hay demanda para ello. 'Si no aumentamos más nuestra facturación es porque nos queremos mantener fiel a nuestra filosofía de producir un número limitado de piezas. Para ser de verdad alta relojería hay que realizar una labor artesanal y de calidad, pero también hay que limitar la producción', explica Iborra.

Ahora el reto que se le plantea a la compañía es encontrar una fórmula de crecimiento adecuada. No puede ampliar la fabricación y los precios, ya de por sí altos, tienen un tope. Las únicas vías que le quedan a la compañía son la adquisición de otra empresa y la diversificación, es decir, la creación de nuevas marcas con las que atacar otros nichos de mercado. Estas dos alternativas están en el centro del debate interno que mantiene el grupo.

En todo caso, la filosofía vanguardista continuará como una de sus bazas principales. El grupo invierte el 25% de sus ingresos en acciones de marketing, convertida en una de sus herramientas básicas. Iborra considera que, además del producto, la distribución, la comunicación y publicidad y el precio, es necesario introducir el concepto de cliente. Se trata de fijar la atención de éste, fidelizarle e, incluso, ir más allá con las colecciones y modelos exclusivos.

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