La fría primavera de la OCDE
La OCDE dio ayer dos pinceladas divergentes en su informe de primavera de perspectivas económicas: positiva para España y negativa para la zona euro. Emerge de nuevo la paradoja entre una economía española pujante, para la que el organismo ha elevado con fuerza la previsión de crecimiento desde noviembre (del 2,7% al 3% este año, y del 3% al 3,2% en 2006), pero integrada en un área con expectativas a la baja. Esto último se debe al mal comportamiento de Italia, Alemania y Francia, principales clientes de España, y es motivo suficiente para poner sordina a las alegrías por el buen dato español. Los tres países representan el 70% del PIB de la zona euro, y la ralentización de sus economías, agudizada por la debilidad de su demanda interna, es uno de los factores que ha obligado a la OCDE a rebajar su cálculo global.
Las previsiones del organismo para España son coherentes con los datos ya conocidos y recalcan el dinamismo persistente de la demanda interna. Más positivo ahora porque los bienes de equipo son el componente más dinámico. Pero tampoco hay que obviar el altísimo deterioro del sector exterior. Aquí llueve sobre mojado. Ayer mismo, la Secretaría de Estado de Comercio anunció que el déficit comercial creció un 44,9% el primer trimestre, y la tasa de cobertura de los intercambios ha caído al 68,1%, la mínima en 13 años. Ante estos datos, el Gobierno hará bien en reforzar su anunciada política para mejorar la competitividad.
En clave internacional -conviene recordar que China, India y Brasil no pertenecen a la OCDE-, a la ralentización de la zona euro se une de nuevo la de Japón. Eso ha anulado el efecto positivo de la evolución de EE UU. Según los autores del informe, los 30 países más desarrollados crecerán este año un 2,6%, tres décimas menos de lo que se calculaba hace seis meses. La primavera viene más fría que el otoño pasado.