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CincoSentidos

Manzanares y Gallo pasan con más pena que gloria

La corrida de ayer, del hierro de Valdefresno, se dividió en dos partes casi iguales: tres primeros toros tuvieron bastante nobleza y sosería, y los tres últimos sacaron muchas complicaciones. No obstante, la ecuación no es exacta del todo, pues el sexto, que fue un animal difícil por el pitón derecho, tuvo sin embargo un más que aceptable lado izquierdo. Puesto por ahí, Eduardo Gallo salvó a medias su paso por San Isidro.

Quien no lo ha salvado de ninguna manera ha sido José María Manzanares, muy justamente tratado por los que han heredado las fobias que sentían hacia su padre. En el conjunto de su labor el torero alicantino mostró una más que preocupante abulia.

La corrida tuvo otra nota en común: que los tres matadores finalizaron sus faenas de seis excelentes estocadas. Aunque también aquí la norma tuvo su excepción, pues a Gallo antes de entrar a matar al sexto, se le fue la mano muy atrás y muy abajo.

Uceda, entonado a rachas

Abrió la corrida Uceda Leal con un buen toro que sólo tuvo un pequeño inconveniente, que embestía un poco al paso. La labor del torero de Usera fue larga y en algunos momentos entonada, aunque la falta de ritmo del toro acabó contagiándosele al madrileño. El cuarto fue probablemente el peor de todos, un toro muy rebrincado en el que lo mejor que hizo Uceda fue matarle pronto y por arriba.

Se esperaba mucho de Manzanares y Gallo, representantes legítimos de la nueva generación de matadores de toros. Los dos han confirmado este año en Madrid, y ambos salen un poco peor de lo que entraron. La clase y el ritmo de Manzanares no fueron suficientes, como tampoco lo fue el valor seco de Gallo.

Tras la buena impresión que César Jiménez dejó el martes 17, al día siguiente llegó la primera apoteosis de San Isidro. Todo lo que hasta ese momento había sucedido en la feria, y habían pasado cosas de mucho interés, quedó oscurecido por el desarrollo de un festejo que fue muy triunfal en su parte central.

La corrida, que era la de la confirmación de alternativa de Eduardo Gallo, estuvo marcada por la pasión; pasión con César Rincón, que salió en hombros, y pasión también con El Cid, que no acompañó al diestro colombiano en su salida por la puerta grande porque falló con la espada en su segundo toro, al que había realizado una excelente faena.

La maestría de Rincón tuvo su réplica en el toreo largo y poderoso de El Cid, especialmente con la mano izquierda. La buena corrida de Alcurrucén también dejó un astado de calidad para Eduardo Gallo, pero el nuevo matador de toros evidenció su falta de oficio para resolver un compromiso de tanta exigencia.

La buena racha del abono prosiguió el jueves. Hasta la salida del sexto toro, y la consiguiente buena faena de Matías Tejela, la impresión generalizada era que en ese festejo estaban siendo mejores los toros que los toreros. Luego llegó el éxito de Tejela, que cortó una oreja por una faena de toreo largo y ligado a uno de los muchos toros buenos de El Pilar. Fernando Cepeda, El Fandi y el propio Tejela en su primer toro, no estuvieron en líneas generales a la altura de la calidad de los astados.

Hoy sábado se celebra la primera corrida de rejones de la feria, con Fermín Bohórquez, Hermoso de Mendoza y Álvaro Montes, y mañana regresa a Las Ventas Serafín Marín, el primer triunfador del abono, acompañado por Juan Diego y el francés Sebastián Castella.

Por la puerta grande

César Rincón regresó el miércoles a Madrid para abrir, por sexta vez en su vida, la puerta grande de Las Ventas. Hacía diez años desde la última, cuando en 1995 cuajó al famoso toro de Astolfi. Interesan los datos, desde luego, pero también interesa cómo se consigue el éxito y qué hay detrás de cada triunfo.El cómo está claro: dos faenas excelentes, de dominio de los tiempos, los ritmos y las velocidades de los toros. Dos trasteos que fueron un despliegue de dominio y de capacidad técnica, de colocación y de medida.Lo que hay detrás de este éxito quizá es menos conocido: hasta llegar aquí, Rincón ha debido superar una grave hepatitis que se le contagió hace más de veinte años debido a una transfusión de sangre en Palmira (Colombia). Como la enfermedad a punto estuvo de apartarle de algo más que de los ruedos, este triunfo es, además del éxito del torero, la recuperación del hombre.

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