La revolución sigilosa e inacabada del Banco Pastor
No hace falta una fusión para que una entidad financiera acometa una transformación completa en poco tiempo. El Banco Pastor es el ejemplo por excelencia. Este grupo gallego ha llevado a cabo la mayor revolución interna producida en una entidad de crédito española en un tiempo récord, según han recordado en varias ocasiones sus responsables. En tres años ha cambiado casi por completo su consejo de administración, comité de dirección y directores generales. Todo sin ruido. Sigilosamente, minimizando su efecto.
Pero su presidente, José María Arias, no quiere dar por cerrados los cambios. No le gusta que las cúpulas puedan enquistarse. Si se mueve el banco, ¿por qué no se va a mover a sus directivos? Las fotos fijas de familia no son rentables en banca, reza en el séptimo banco español. Y sus actuales ejecutivos lo saben.
Cuando se contrata a un director general o incluso al propio consejero delegado, Arias pide seguidamente que tenga preparado su relevo.
Desde que José María Arias llegó a la presidencia 'se ha producido una auténtica revolución en el banco. De arriba a abajo. Es una etapa de reestructuración que ha cambiado completamente el banco', explican en la entidad. Y como muestra un botón. Su lema es 'creando banco. Creando futuro'. No en vano, desde 2002 'el Pastor ha crecido como otro Pastor', señalan en el grupo.
Esta revolución tiene su origen el 27 de septiembre de 2001, cuando Carmela Arias y Díaz de Rábago, condesa de Fenosa, renunció a la presidencia del Pastor. Tenía 81 años. En noviembre de ese año, su sobrino José María Arias, hasta entonces vicepresidente ejecutivo del banco junto a su hermano mayor Vicente, fue nombrado presidente. El cambio estaba servido.
Arias llevaba más de dos décadas trabajando en el Pastor. Conocía a la perfección los defectos y las virtudes de todo el consejo de administración y alta dirección de la entidad, y llevaba tiempo esperando su oportunidad. Quería establecer un nuevo organigrama y modelo en el banco.
El Pastor debía transformarse por completo. Había que crear otro banco con el mismo nombre pero con un perfil totalmente distinto. Pero con un condicionante: mantener la independencia de la entidad. No a las fusiones.
Para llevar a cabo sus planes, que ya llevaba gestando desde hacía tiempo, Arias necesitaba ejecutores ajenos a la hasta entonces cúpula del banco.
El primer golpe de mano lo dio en mayo de 2002, cuando inició la transformación del consejo de administración, con la incorporación de dos consejeros independientes. Seis meses después fichó a un consejero delegado, Fulgencio García Cuéllar. La tercera parte del consejo de administración había cambiado en seis meses sin levantar polvoreda.
El fichaje del consejero delegado cogió al mercado desprevenido. Nadie sospechaba nada.
García Cuéllar había ocupado el mismo cargo en el Banco Popular hasta marzo, cuando dejó el cargo. Su salida fue aprovechada por Arias.
El presidente del banco gallego consideró que era la persona idónea para llevar a cabo sus planes. Ajeno por completo al Pastor, Fulgencio García Cuéllar reunía todas las características que Arias estaba buscando en un consejero delegado.
Su fama de estricto, sus conocimientos bancarios desarrollados en una entidad, el Popular, con una estrategia centrada en la banca comercial doméstica, lo mismo que el Pastor, y su reconocido prestigio en el mercado, convencieron al banquero gallego. Ahora llegaba el momento de ejecutar el plan urdido tiempo atrás por el máximo responsable del Pastor.
Así, al finalizar 2002, el banco no sólo había transformado su consejo. Su presidente acometió la reestructuración del 100% del comité de dirección, con la incorporación de los primeros ejecutivos. Además, renovó la totalidad de las direcciones de las mismas. Una revolución en toda regla. 'El verdadero reto que asumimos no fue tanto duplicar el negocio de la entidad, sino actuar sobre la cultura efectiva, la que resulta de la suma de las actuaciones de todas y cada una de las personas que componen la organización en el día a día', explicó Arias a los accionistas del Pastor en la última junta general celebrada el 29 de abril.
Unos días antes, el 22 de abril, Arias dio un paso más en sus objetivos de renovación.
Aprovechando la circunstancia de que el actual consejo tenía que cesar en sus funciones 'por imperativo legal', como reconoció el Pastor en un comunicado, se incorporó al máximo órgano de gobierno del banco a Jorge Gost Gijón, primer director general del banco responsable de la red comercial, origen del gran salto experimentado por el grupo en los dos últimos años.
El nombramiento de Gost fue ratificado en la pasada junta.
Su ascenso al consejo no es gratuito. Gost procede del Popular y llegó al Pastor de la mano de García Cuéllar, y es, si no ocurre algún imprevisto, su futuro relevo. Y tanto uno como el otro lo saben.
Se cumple así la premisa que establece Arias a todos los ejecutivos. Toda la alta dirección debe contar y preparar a su sucesor.
Fulgencio García Cuéllar tiene 57 años de edad, lo que le permitiría seguir en su puesto durante bastante tiempo más. Pero es consciente desde que le fichó Arias de que el puesto de consejero delegado en el Pastor tiene fecha de caducidad. En su contrato está estampada, aunque todo es modificable.
Desde su incorporación el Pastor ha duplicado su balance, ha mejorado sus ratios de eficiencia y productividad y ha abierto 150 nuevas oficinas, con lo que ya tiene presencia en toda España. Su actual reto: preparar el crecimiento futuro de la organización.
Como declaró Arias a los accionistas: 'Los que me conocen, saben que no nos vamos a parar aquí, porque me han escuchado decir en innumerables ocasiones que el cambio se tiene que asumir como algo constante y necesario, como tendencia a perdurar en la organización'.
Una de las metas para este año es organizar los recursos humanos necesarios para abordar el futuro crecimiento de la entidad, señalan en el banco. La revolución continúa.