Suspense en la revaluación china
Cada semana suele haber un elemento de moda en los mercados financieros. Un día es el comportamiento de los hedge funds, al otro las dudas sobre el crecimiento, después los tipos de interés y, eventualmente, la revaluación del yuan o remimbi, la divisa china. Este último elemento ha copado buena parte de la atención durante los últimos meses.
Sobran las razones económicas que sustentan un movimiento como éste en el tipo de cambio, puesto que la acumulación de divisas generada por el comercio exterior chino y por las inversiones extranjeras suponen una gran cantidad de capital ocioso y un riesgo inflacionista. Ahora se ha unido ahora la creciente presión de Europa y, sobre todo, Estados Unidos. En este país se ha llegado a plantear la imposición de arenceles del 27,5% a China si insiste en mantener su divisa barata.
De forma paralela, han llegado desde Extremo Oriente mensajes contradictorios. Si algún día un responsable de la política monetaria afirmaba, de forma ambigua, que se está trabajando en una posible flexibilización del mercado de divisas, al siguiente los inversores se encontraban con matizaciones o tibios desmentidos.
La última confusión se produjo ayer, después de que el Diario del Pueblo, el mayor de China, afirmase que la revaluación llegará la próxima semana. El Banco Central respondió asegurando que no ha cambiado su política y que un lamentable 'error de traducción' fue lo que soliviantó los mercados.
En un intento por ir algo más allá del lenguaje de equívocos, los analistas de Schroders ponen el acento en el hecho de que las autoridades chinas no quieren erosionar el desarrollo de su economía y el cambio del modelo de producción de agrícola a industrial. 'Eso descarta una revaluación significativa, por ejemplo superior al 10%'.
La entidad espera, así, una revaluación modesta, del orden del 3%, que aplaque los ánimos en Occidente sin dañar la competitividad china. El movimiento arrastraría al alza a otras divisas asiáticas.