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Apuestas y deudas enfrentan a los jugadores de la NBA

Hace tres temporadas Michael Jordan y Richard Hamilton, compañeros de equipo en los Washington Wizards, participaron en un concurso de tiros libres después de un entrenamiento. Tras perder una serie de apuestas, Jordan, nombrado el jugador más valioso de la NBA (Asociación Nacional de Baloncesto) en cinco ocasiones, se negó a irse del gimnasio hasta que recuperara su dinero, obligando a sus compañeros de equipo y entrenadores a esperar más de 90 minutos dentro del autobús sin hacer nada, recuerda Hamilton.

'No puedo decir por cuánto estábamos jugando, pero apostábamos una fuerte suma por tiro', dice Hamilton, de 27 años, que esta temporada ha ganado 7,8 millones de dólares con el campeón de la NBA Detroit Pistons.

Las apuestas fuertes son comunes en la liga y las disputas que desencadenan han acabado algunas veces en golpes. Ya sea tiros libres en los entrenamientos, dados en el avión del equipo o partidas de póquer -en los que los participantes dicen que algunas veces se juntan hasta 40.000 dólares-, los jugadores de la NBA dicen tener afición por las apuestas.

Las ligas profesionales de EE UU no prohíben a los jugadores hacer apuestas amistosas e informales

El subcomisionado Russ Granik, segundo a cargo de la liga, declinó hacer comentarios sobre las apuestas. Los jugadores dicen que fomenta la camaradería. También ayuda a los atletas a matar el tiempo, porque pasan incontables horas en hoteles durante los 82 partidos de temporada de la NBA. 'Todo el mundo sabe que ocurre', dice Brian Scalabrine, de 27 años, de los New Jersey Nets.

Las apuestas entre los jugadores de la NBA, que en promedio ganaron esta temporada 4,9 millones de dólares, normalmente generan deudas, y cuando no se pagan a tiempo, los ánimos se caldean. 'Todo el mundo puede pagar', dice el veterano Eric Piatkowski, que desde hace 11 años juega para los Chicago Bulls. 'No puedo imaginarme a un compañero de equipo incumpliendo sus deudas. Me volvería loco'.

No obstante, eso es lo que ocurrió en 2000, cuando Tyrone Hill, de Philadelphia, y Charles Oakley, de Toronto, pelearon por una deuda impagada. Como Oakley dijo en una entrevista el 8 de abril en el Madison Square Garden de Nueva York, un juego de dados dejó a Hill con una deuda de más de 60.000 dólares. Oakley le pegó a Hill en la cara antes de un partido de pretemporada y después le lanzó pelotas antes de un encuentro de la temporada regular. La NBA impuso a Oakley una multa de 10.000 dólares y le sancionó con un partido de suspensión por haber lanzado las pelotas. Ningún jugador fue castigado por apostar. 'Algunos no pagan', dijo Oakley, de 41 años, ahora retirado. 'Así son las cosas'.

Las principales ligas profesionales de Estados Unidos -NBA, National Football League, Major League Baseball y National Hockey League- prohíben a los jugadores apostar en su deporte o asociarse con apostadores conocidos, pero las ligas no prohíben a los jugadores hacer apuestas amistosas e informales, ni apostar en establecimientos legales como los casinos de Las Vegas.

Morris Peterson, de los Toronto Raptors, no tiene empacho en hablar sobre cuánto apuesta y cómo lo hace. A Peterson le gusta encestar desde una distancia de 14,3 metros, lo que le ha valido el apodo del Rey de la Media Cancha, dice. Ocasionalmente Peterson apuesta sobre su capacidad de acertar en tres de diez tiros. Normalmente apuesta unos cuantos cientos de dólares, aunque a veces rebasa los 1.000 dólares, asegura. 'El 90% de las veces consigo mi dinero', dice Peterson, que esta temporada ganó un salario de 4,4 millones de dólares.

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