Revista de Prensa
¦bull;Firmeza contra la estupidez proteccionista
El clamor a ambos lados del Atlántico para establecer salvaguardas contra la creciente importación de productos textiles de China debería retratarse como lo que es: un ruego egoísta por parte de los fabricantes y un vergonzoso oportunismo de los políticos ( ).
Lo que vemos hoy es la consecuencia natural de la abolición de los contingentes a finales del año pasado. Los contingentes fragmentan la producción global y asignan buena parte a fabricantes no eficientes. Ahora, la producción se está consolidando en los países con alguna ventaja comparativa, principalmente en China. Es una buena noticia para la economía mundial, para EE UU y para Europa ( ).
Por supuesto, hay costes transitorios. Compañías y trabajadores europeos necesitan tiempo para adaptarse al surgimiento de las importaciones chinas. Pero la abolición de las cuotas a finales de 2004 se decidió hace 10 años. ¿Con cuánto tiempo necesitaban el preaviso? ( ). La mayor amenaza es para los productores de los países en vías de desarrollo más distantes, como Madagascar, cuya producción sólo es viable con contingentes. Por desgracia, muy pocos políticos se están oponiendo a la ola de estúpido proteccionismo. El comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, al menos pide moderación. Merece un gran apoyo.