_
_
_
_
CincoSentidos

Demasiada adhesión a la empresa no es sana

Algunos empleados siempre aceptan y justifican las decisiones de sus jefes y las directrices de las compañías en las que trabajan. Y además su reacción más usual consiste en acatar las normas no escritas que en muchas ocasiones rigen las empresas pese a que puedan impactar con fuerza en su vida laboral o personal, como son la rigidez y los largos horarios, señalan los expertos. Suelen ser trabajadores que 'centran sus señas de identidad y su vida en su trabajo en detrimento de otros aspectos personales', según señala Antonio Cruz, psicólogo de la Clínica de Psicología Aplicada de Madrid.

'Según los grados, se identifican tanto en lo bueno como en lo malo con su empresa, y pierden total o parcialmente la capacidad crítica', añade. 'Y pueden llegar al extremo de que los fracasos de su compañía los asuman como propios', señala Antonio Cruz. Signos de esa situación lo hay tanto externos como internos. 'A menudo son personas que están casi siempre hablando de su trabajo, de sus jefes y de su empresa, incluso fuera del ámbito laboral, y que dedican a esa actividad muchas horas, generalmente más de las necesarias'.

También Eduardo García, psicólogo y director de Psiconova, cree que son frecuentes conflictos de ese tipo, 'especialmente en la medida en que más de un tercio de nuestro tiempo lo pasamos en el centro de trabajo. Allí se mueve gran parte de nuestro potencial como personas, de nuestras emociones'. En su opinión, 'la tensión, preocupaciones excesivas o el estrés laboral son indicadores de que ponemos demasiado en la empresa, que la relación con ella no es correcta, que las emociones que se vuelcan no son las adecuadas'

Los expertos en recursos humanos creen que las personas acríticas aportan menos a sus compañías

Incluso Antonio Cruz subraya que el estado de ánimo de esas personas puede depender de cómo le hayan valorado su trabajo o de cómo marcha la compañía, mientras que van abandonando otros aspectos personales. A su juicio, esta posición puede originarse porque en un momento determinado la empresa le ha dado seguridad, 'gratificaciones personales y no sólo dinero, porque le han valorado bien'. 'Suelen ser personas que dan mucha importancia al entorno'.

Pero estos trabajadores, cuyos problemas y actitudes no son iguales a los de los workaholic o adictos al trabajo, aunque coincidan con ellos en algunos aspectos, pueden subir peldaños deprisa en su ámbito laboral, pero también son más vulnerables. 'En muchas empresas se sigue favoreciendo', señala Eduardo García, 'a los que se identifican con esas pautas de comportamiento'.

'Venimos de modelos de grandes empresas, con las que estaban identificados sus empleados porque les daban más seguridad y mejores sueldos para toda la vida; y algunas compañías intentan mantenerlos en la actualidad, aunque haya cambiado radicalmente el sistema de contratación', agrega.

Para Antonio Cruz, de la Clínica de Psicología Aplicada, se pueden registrarse aspectos negativos por esa actitud demasiado entregada y poco crítica. 'En algún momento los jefes pueden pensar que a un empleado de esas características le faltan ideas propias y capacidad de asumir retos', indica. Y también cita otros posibles problemas personales, como la ansiedad o el estrés laboral. Además, en el trabajo pueden ser más indefensos que otros compañeros 'cuando se producen cambios en la estructura de su empresa'.

Alejandro Pociña, presidente de AF Steelcase para España y Portugal (empresa dedicada al asesoramiento del trabajo), no valora demasiado esa actitud y señala que es mejor contar con un trabajador crítico, 'que muestre sus diferencias y sus ideas'. A su juicio, una actitud demasiado acomodada en una compañía lo que en realidad puede mostrar es 'una persona insegura, que se preocupa pero que no se atreve a tomar compromisos'.

'Es mejor', añade el director de AF Steelcase, 'un empleado que sea feliz en su trabajo y con lo que está haciendo. Alguien que se sienta socio o parte de la empresa por las aportaciones que está haciendo y no por una identificación más pasiva. Y hay signos muy evidentes de esas diferentes posturas', destaca. Pociña estima que 'estar vivo es mejor que buscar acomodo en la empresa y no ser crítico. Es la diferencia entre ser un cantero o un constructor de catedrales', subraya. 'No son buenos los colaboradores que siempre dan la razón', añade Alejandro Pociña.

Por su parte, Eduardo García, director de Psiconova, cree que la responsabilidad de esa identificación casi absoluta con la empresa es provocada en muchas ocasiones por 'el modelo de gestión más que por el tipo de actividad empresarial'. 'Depende también de cómo el jefe valore el nivel de compromiso de los empleados, y, en muchas ocasiones, sólo les gusta que los empleados dediquen mucho tiempo a la empresa', matiza. Y si los responsables prefiere a las personas más disciplinadas, 'difícilmente sales de esa dinámica porque temes la marginación. Son comportamientos rígidos, que no buscan la participación a través de la satisfacción personal', recalca esta experta.

Estrategia de supervivencia

La actitud acrítica en el trabajo es una renuncia la identidad, señala César Fernández, director asociado de consultoría de Norman Broadbent. Como otros expertos en recursos humanos, cree que generalmente en el fondo se trata de 'una estrategia de supervivencia'. ·Y añade que 'es un perfil de empleado que se da más en las grandes empresas'. El lema de estas personas es no complicarse la vida con iniciativas o con opiniones que puedan ser disidentes o salirse de la línea oficial de la empresa.Pero César Fernández estima que no siempre es responsabilidad del trabajador y que los jefes que cuenten con muchas personas de esas características en su organización deberían plantearse si no están propiciando esa actitud. Y que es mejor 'una persona que critica, ya que es una muestra de que está interesada en el proceso'.'Si un jefe impone el pensamiento único logra personas que parecen muy identificadas pero que no aportan ideas renovadoras', indica el director asociado de consultoría de Norman Broadbent. 'Se pueden perder así buenos profesionales', añade César Fernández.

Archivado En

_
_