Hacia un holgado superávit fiscal
El Estado registró un superávit de caja de más de 3.000 millones de euros en los tres primeros meses de 2005, notablemente superior al de hace un año, y con un superávit primario (sin contabilizar el gasto en intereses) de más de 5.190 millones de euros (un 40% más). Son cifras que dan una idea de la salud financiera de las cuentas públicas. Y, a la vez, de las posibilidades de atender las necesidades de inversión sin recurrir a nuevo endeudamiento. Las cuentas fiscales le salen al Ministerio de Hacienda tras registrar un avance en los ingresos del 12,5% (el mayor en cinco años) y unos pagos del 5,2%, con comportamientos muy optimistas en todos los impuestos, tanto directos como indirectos.
La tendencia de los ingresos fiscales revela el estado de gracia de la actividad económica española, pese a la atonía de los socios europeos. Es una situación doblemente expresada en los ingresos nominales, que reactivan las propias tasas de inflación, y que tienen también su reflejo en los ingresos por cotizaciones sociales. Con este comportamiento de los recursos públicos aportados por los contribuyentes el Gobierno no tendrá dificultad para cuadrar el equilibrio presupuestario.
Sin embargo, la fortaleza de la actividad recomienda forzar la maquinaria de la Administración para alcanzar un generoso superávit. Por dos motivos. En primer lugar, porque la persistencia de un modelo de crecimiento desequilibrado, casi con recalentamiento de la demanda interna, aconseja medidas de enfriamiento, especialmente para frenar la importación. Y en segundo lugar, y ante el cambio de escenario presupuestario de la UE, España debe ir buscando en su propio ahorro los recursos que Bruselas dejará de transferir.