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Revista de prensa

La revolución del tipo único

Cuanto más complicado es el sistema fiscal, más fácil es para un Gobierno complicarlo más (…), hasta llegar a un límite de locura que hace necesaria una simplificación radical. En 2005, muchos países ricos del planeta parecen haber superado ampliamente ese punto.

¿No hay posibilidad de contar con un sistema fiscal que, cumpliendo su triste pero necesaria función, no desperdicie recursos de manera descomunal ni destroce el alma del indefenso contribuyente? La respuesta es sí: hay una alternativa y la experiencia demuestra que es totalmente viable. El experimento empezó a pequeña escala en 1994, cuando Estonia se convirtió en el primer país europeo en adoptar un tipo único en el impuesto sobre la renta y en el de sociedades (…). Su economía reverdeció (…). Hasta ahora, ocho países han seguido su ejemplo (…). Los pragmáticos que dicen que el tipo único no funciona encuentran otra objeción en cuanto ven que sí lo hace: que es injusto. Los países ilustrados, dicen, tienen con un sistema fiscal 'progresivo' (…). El tipo único parece descartar ese principio. No es así. En el impuesto sobre la renta ese sistema combina un umbral (que establece una cantidad exenta de imposición) con un tipo único para todos los ingresos que lo superan. Las dos variables bastan para ajustar con amplio margen la progresividad (…).

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