Zapatero salva su primer aniversario
A un año de la toma de posesión de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno, los estudios demoscópicos sostienen que si se celebraran ahora nuevas elecciones generales, el PSOE volvería a ganar con soltura en las urnas. Un dato que sugiere que los ciudadanos están satisfechos con la gestión desarrollada en este periodo o, al menos, que la oposición no ha sido capaz de formular una alternativa más convincente, ocupada como está en el intento permanente de deslegitimación de los resultados electorales del 14 de marzo.
Como todos los balances, éste tiene luces y sombras. Pero resulta incuestionable que Zapatero ha marcado una nueva impronta, caracterizada por la introducción de una mayor transparencia en la vida pública y por un afán elogiable de mayor cercanía a los problemas reales de los ciudadanos.
La entrega de las riendas económicas al vicepresidente Pedro Solbes puso en evidencia la voluntad del presidente de dar la máxima credibilidad y rigor a este ámbito de gobierno. El equipo de Solbes ha aprovechado los sólidos cimientos dejados por Rodrigo Rato para poner en marcha una política que, respetando la ortodoxia presupuestaria, avanza en la agenda social que Zapatero situó como prioritaria durante la campaña. Medidas como el aumento del salario mínimo, la subida de las pensiones más bajas o el fomento de la política de becas evidencian que el Palacio de La Moncloa tiene ahora algunas habitaciones con vistas a la calle. Sin embargo, la apuesta decidida por frenar la escalada en los precios de la vivienda ha generado hasta ahora muchas más expectativas que resultados.
En este año, la consolidación al alza del crecimiento económico y la creación de empleo han convivido con una nueva orientación presupuestaria que apuesta por las inversiones en educación y nuevas tecnologías como fórmula para impulsar la productividad. Un giro estratégico irrenunciable ante los signos evidentes de que el modelo de crecimiento de la economía española, excesivamente dependiente del consumo y la construcción, ofrece claros signos de agotamiento.
El descontrol de la inflación y la acelerada pérdida de competitividad exterior son las principales asignaturas pendientes. Unos retos que Solbes ha afrontado con medidas de dinamización de la actividad económica, cuya eficacia tardará en materializarse. Esta primera etapa de la legislatura ha destapado, además, importantes desafíos derivados del cierre del modelo territorial, cuya evolución habrá que seguir de cerca.
En materia de política exterior, el giro de 180 grados implantado por Zapatero sin duda ha dañado severamente las relaciones con Estados Unidos sin que, aparentemente, haya reforzado nuestra posición en Europa. Además, el Ejecutivo socialista debería definir con precisión la orientación de las relaciones con América Latina, región en la que España sí es un actor político y económico relevante.
Un año, pues, en el que Zapatero ha dado pasos decididos para cumplir sus promesas sin poner en peligro la estabilidad económica, haciendo gala de un talante sosegado que contrasta con notablemente con la crispación que reina en el principal partido de la oposición. Y ése es, probablemente, su mayor activo.