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Transportes

La nueva Renfe cambia su §look§ pero no sus estructuras

La dirección de la nueva Renfe ha decidido empezar la casa por el tejado. Ante la nueva situación en el mercado ferroviario, en el que la empresa pública tendrá que competir con otras operadoras -de mercancías desde finales de este año, y de pasajeros a partir de 2010- la compañía va a renovar toda su imagen por un logotipo exclusivamente tipográfico, que pone todo el énfasis sobre su nombre, y que deja a un lado los servicios de la marca.

El 1 de enero pasado cambió para siempre el panorama del sector ferroviario en España. La que había sido Red Nacional de Ferrocarriles Españoles se convirtió en Renfe Operadora, se despidió de sus divisiones de infraestructuras y circulación (que fueron a parar a Adif, una especie de segunda versión del Gestor de Infraestructuras Ferroviarias, el GIF, que construye y explota las infraestructuras ferroviarias), y se dio de bruces por fin con los fantasmas que la persiguen desde hace años: liberalización y privatización.

Del azul al violeta, del símbolo a la letra

Para afrontar ese cambio, la compañía ha decidido conservar su nombre, que en España es casi sinónimo de tren, y eliminar el antiguo logotipo circular de los años 70, icono de encrucijadas ferroviarias. A cambio, sus cinco letras presumen, en solitario y en minúsculas, de modernidad y movimiento. Y del azul se pasa al violeta que marcará, discretamente, cada vehículo, cada uniforme y cada billete de la compañía.

La empresa pública abandona, además, la separación de colores para cada uno de sus servicios. AVE y Talgo, ambos representados por el blanco y azul, Regionales por el naranja, y Cercanías por el rojo, pasan ahora a un único esquema: enteramente blanco, y con una discreta línea horizontal en violeta, en la parte inferior. Renfe quiere así aglutinar todas sus marcas en una sola, de manera que, sea cual sea el servicio, los viajeros piensen en ella.

Y es que los estudios de mercado dicen que los viajeros asociaban la marca estrella de la compañía, la de la alta velocidad, a una empresa independiente a Renfe, y la de Cercanías a sus ayuntamientos y comunidades autónomas.

Este cambio de imagen cubre una estructura aún demasiado anticuada para afrontar nuevos desafíos: extensión de los servicios de alta velocidad a todo el país, competencia en el transporte de mercancías, entrada de operadoras extranjeras y por fin, liberalización del transporte de viajeros.

Y todo ello afrontando unos servicios mayoritariamente deficitarios y con una competencia feroz con el automóvil y las aerolíneas de bajo coste. Quizá demasiados retos para afrontar con un simple cambio de imagen.

Un 80% más de ingresos hasta 2009

Renfe prevé captar 100 millones de nuevos viajeros en los próximos cuatro años, un horizonte en el que calcula que cada año transportará a 580 millones de pasajeros, un 19,3% más respecto a los 485 millones que transportó en 2004, según afirmó ayer su presidente, José Salgueiro.Gracias a ese aumento de usuarios, los cálculos de Renfe indican que sus ingresos crecerán un 79% de aquí a 2009, hasta los 2.474 millones de euros, frente a los 1.377 que registró el pasado año.

Más de 2.000 vehículos

La decisión de la empresa, tomada transcurridos varios meses desde el 1 de enero, tendrá algunas complicaciones técnicas. La empresa pública va a tener que rehacer o retocar la imagen de más de 2.000 vehículos, a través de repintados que exigirán que el material rodante pase un tiempo extra en talleres, o mediante pegatinas de vinilo que se sobrepondrán a los antiguos logotipos.Antes, sin embargo, y como se viene haciendo habitualmente, la compañía pintará un vehículo de cada categoría para comprobar si la idea es tan buena sobre la vía como encima del papel. Si el Pantone 2425, el violeta con el que quiere simbolizar su nuevo espíritu, y Renfe Vialog LT, el tipo de letra que moverá a miles de trenes cada día en España, resultan bien, se uniformizará todo el parque móvil.

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