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Secretos de despacho

Calor de hogar en Bodegas Martúe

Nada en Bodegas Martúe La Guardia es fruto de la improvisación. Uno de sus propietarios y director, Fausto González, madrileño de 40 años, está pendiente de todos los detalles y no deja resquicio alguno para que entre en juego el azar. El proyecto nació hace 16 años cuando decidió convertir un secarral de La Guardia (Toledo), que había heredado de su familia en un viñedo. Por aquel entonces, González, economista y nieto e hijo del médico del pueblo, trabajaba como director de recursos en el Instituto Técnico de Materiales y Construcciones (Intemac). En 1989 plantó la primera viña de cabernet sauvignon. Fueron años de silencio, de ir ganándole terreno a la viña, vendiendo la uva a otros y esperando que llegara el momento de tener todo el campo abonado para crear por sí mismo un buen vino. Lo explica con idéntico entusiasmo con el que involucró hace cinco años a familiares y amigos, entre ellos al actor y presidente de Globomedia, Emilio Aragón, para crear su propia bodega. Ocupa una superficie de 2.700 metros cuadrados y las obras finalizaron en 2002. Desde entonces se ha empeñado en ello.

Dejó su trabajo en Intemac y se dedicó a colocar los cimientos de la nueva compañía. Su despacho tiene vistas a los depósitos de acero inoxidable donde se realizan las vinificaciones, aunque hubiera preferido que estuviera mirando al campo. De la decoración, que más que a un despacho de trabajo se asemeja a la confortable salita de estar de una casa, se ha ocupado su esposa. æpermil;l sólo puso como condición que fuera acogedor y que pudiera sentirse como en su propio hogar. Y si algo ha conseguido es crear un ambiente cálido. Lo que no soporta Fausto González es la soledad del despacho.

'Necesito estar rodeado de gente, acompañado. Yo soy uno más del equipo, el último eslabón de la cadena hasta que llega el producto al mercado', afirma. Huye de los espacios cerrados y en la estancia destinada a sus funciones suele dedicarle un 20% de su tiempo. El resto lo dedica a visitar a clientes o controlar el crecimiento de las vides. 'Aunque no paso en el campo tanto tiempo como me gustaría, desearía ir más, pero en estos momentos el trabajo comercial me roba mucho tiempo'.

Si algo pide a los que trabajan a su lado es orden y disciplina. 'Que todo el personal sea responsable de su trabajo, que sea aplicado, que aprenda de los errores y que sea respetuoso en cuanto a los horarios. Soy bastante exigente y sobre todo pido seriedad a las 14 personas que forman plantilla'.

En esta nueva andadura, Fausto González le dedica al trabajo una media de 12 horas al día. 'Cuando estás involucrado como empresario no desconectas, siempre estás ideando cosas. El estrés es distinto porque tengo una gran carga de responsabilidad', señala. Lo que sí sabe es que estar al frente de una bodega requiere una gran dosis de paciencia. Se trata de un proyecto a largo plazo. 'Lo que tenemos en común todos los socios es que no somos ambiciosos, tenemos que ser espléndidos en cuanto a los beneficios a corto plazo. Si buscas resultados inmediatos eso es pan para hoy y hambre para mañana', afirma González, quien también destaca el discreto precio que le ha puesto a sus caldos, entre seis y siete euros la botella. 'Es algo que el consumidor premia, es algo fundamental'.

Bodegas Martúe tiene previsto llegar a una producción final de 350.000 botellas. En estos momentos, la producción anual es de 250.000 botellas. 'No tenemos intención de producir más, entre otras cosas porque como he dicho anteriormente con esa producción podemos manejarnos bien y conseguir los resultados previstos'. Insiste en que si por algo se caracteriza este equipo joven, la media de edad es de 33 años, es en la falta de ambición. 'A mí me gustaba este mundo del campo, del vino, de las cosas que tuvieran raíces, de lo que permanece. No me gusta lo efímero'. Tal vez por ello, su próximo objetivo tendrá que ver con el olivo.

El cuadro moderno de su hija

Su hija Marta, de 12 años, cree que su padre tiene un gusto bastante clásico. Por ello, decidió regalarle una pintura de arte abstracto, obra de la artista Ciria. Lo tiene colocado al lado de su mesa de trabajo. 'Me hizo especial ilusión porque además contrasta con el resto del estilo del despacho'.A lo largo de la conversación sale varias veces la devoción que siente Fausto González por sus tres hijos. Dice que a su hijo Manolete, de 15 años, le gusta el campo, 'le han salido los dientes con las cepas'. Y sobre Fausto, de seis años, dice que es demasiado pequeño para saber si continuará la tradición familiar. 'Aunque me gustaría que supieran que todo esto que estoy creando es para que tenga una continuidad y nada mejor que sean ellos los que continúen con la empresa'. Si a alguien quiere darle las gracias González es a Carlos Falcó, marqués de Griñón, pionero en hacer vino en Toledo. 'Ahora es todo más fácil, nos ha abierto a todos las puertas'.

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