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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Wolfowitz en el Banco Mundial

El anuncio de George Bush de que su candidato para presidir el Banco Mundial era Paul Wolfowitz dejó a muchos atónito. El hasta ayer número dos del Departamento de Defensa de Estados Unidos ha sido, probablemente, el principal ideólogo neoconservador del Gobierno de Bush, y su perfil contrasta notablemente con el de su antecesor en el cargo, James Wolfensohn. Sin embargo, más allá de cuestionamientos ideológicos, este nombramiento ha servido para poner una vez más de relieve el sinsentido del actual mecanismo por el cual EE UU y Europa se reparten la designación de los máximos responsables de los organismos multilaterales.

Un pacto tácito histórico establece que EE UU se encarga de nombrar al máximo responsable del Banco Mundial, mientras que Europa elige al director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Un planteamiento que no resiste el menor análisis y que es cuestionado cada vez con más vigor por países en desarrollo como India, Brasil o China.

Basándose en este pacto, Bush ha colocado a uno de sus principales halcones al frente del principal organismo de lucha contra la pobreza y la desigualdad en el mundo. Y lo ha hecho apoyado por el silencio cómplice de los líderes de la Unión Europea.

El ex presidente Bill Clinton no dudó en vetar al entonces ministro alemán de Finanzas, Caio Koch-Wesser, para ocupar la dirección del FMI aduciendo, sencillamente, que no le consideraba capacitado para el cargo. Un argumento que podría aplicarse sin demasiada dificultad para bloquear el nombramiento de Wolfowitz, si existiese voluntad política para ello en Europa. Una vez demostrado que no existe esta voluntad, es de esperar al menos que este episodio sirva para revisar de una vez por todas el método de designación de los principales responsables de los organismos multilaterales. La capacitación técnica, el prestigio reconocido y el apoyo mayoritario de los países que integran estas instituciones deberían ser los únicos baremos en estos importantes nombramientos.

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