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Tribuna
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Brasil como destino de la inversión turística

El potencial de crecimiento de la industria turística en Brasil es muy elevado y es, sin duda, uno de los sectores que de cara al futuro puede tener más interés para la inversión española. Los estrechos lazos de amistad entre ambos países, la cooperación económica bilateral y el amplio conocimiento del mercado turístico, sitúan a España como uno de los países claves para acometer la tarea de impulsar el desarrollo del turismo brasileño.

Hace unos días leía en la prensa brasileña que el Gobierno de Lula había presentado la Marca Brasil, un logotipo que identificará al país en el exterior y que se usará en la promoción del turismo y de los productos nacionales. Tengo que admitir que me alegré enormemente cuando leí esta información porque mis compatriotas siempre se han quejado de que Brasil, al contrario que España, no tenía una imagen de marca formada y eso era lo que frenaba, en parte, el turismo en la zona. Y es que, pese a los innumerables atractivos que atesora Brasil, el turismo mundial aún no ve en este país un destino preferencial para sus vacaciones.

Ahora que el Gobierno ya tiene parcialmente cubiertas algunas de sus prioridades (menor inflación y paro), las instituciones brasileñas están tomando conciencia de que el turismo puede ser un importante motor para el desarrollo del país. De ahí que se trate de un sector destinado a protagonizar una fuerte expansión en los próximos años en la economía de nuestro país. Brasil está apostando de una forma clara por aumentar los flujos turísticos al país, puesto que eso supone un aumento de las inversiones, y paralelamente, un crecimiento del empleo interno y de la renta, y un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos.

En aras de ese progreso, las instituciones brasileñas ya se han puesto a trabajar y las propuestas están empezando a materializarse con la ayuda del Gobierno. De hecho, se están tomando medidas reales como son los incentivos financieros en forma de créditos gubernamentales a proyectos de inversión en turismo, la oferta de terrenos a bajo precio siempre que se destinen a una explotación turística, incentivos fiscales para reducir impuestos que afectan directamente a esta industria y lo más importante, y a todas luces más necesario, la mejora de las infraestructuras del país.

En ese proceso de cambio, Brasil cuenta con el respaldo de España y de las empresas españolas que están presentes en el país. Precisamente, España tiene mucho que ganar con el auge del turismo en Brasil, ya que está en juego la construcción de grandes complejos hoteleros, la gestión de parques temáticos, la explotación del turismo ecológico con la propuesta de privatizar parte de la selva del Amazonas, la renovación y construcción de carreteras y vías férreas, el desarrollo de nuevas rutas aéreas y marítimas que crearán nuevas formas de hacer turismo. El Gobierno brasileño confía en que el know-how español en el sector, cuya excelencia está reconocida internacionalmente, aportará más calidad al producto turístico brasileño. De hecho, la primera prueba de confianza tuvo lugar con el viaje del presidente Zapatero a Brasil, en el que se firmaron cinco acuerdos de cooperación en materia de turismo, educación, cambios climáticos y seguridad sanitaria animal y vegetal. Además, Zapatero se comprometió a ceder la tecnología española de las centrales de informaciones turísticas.

Actualmente, la presencia de instalaciones hoteleras españolas en Brasil se concentra en seis grupos. Sol Meliá, la cadena española con más representación en el país, administra 25 hoteles y tiene otros 11 en proyecto; Barceló está inmerso en el proceso de construcción de tres hoteles, el grupo Iberostar está edificando el mayor complejo hotelero de Brasil con una inversión cercana a los 400 millones de dólares. No debemos obviar tampoco la presencia de las cadenas NH, Serhs y Hotusa, ésta última recientemente implantada en el país. Las instituciones españolas y brasileñas están satisfechas con estas inversiones, pero esperan superarlas en los próximos años.

La entrada en Brasil permitirá también a las empresas españolas ofrecer a sus clientes nuevos destinos desconocidos hasta ahora. El objetivo es que los 120.000 turistas españoles que en 2003 visitaron Brasil se multipliquen por tres en menos de dos años.

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