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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Schröder y la batalla del paro

El incesante incremento del paro y la decepcionante marcha de la economía de Alemania han empujado a Gerhard Schröder a acelerar los plazos de sus planes de reformas estructurales. Los anuncios que realizó ayer ante el Bundestag, centrados en una significativa reducción de los impuestos a las empresas, están dirigidos a frenar la destrucción de empleos y a reactivar la inversión productiva de la primera economía europea.

Las dificultades de la situación social, económica y política de Alemania no escapan a nadie. A una tasa de desempleo que supera los cinco millones de personas por primera vez desde 1930 se ha sumado en los últimos tiempos el fenómeno de una creciente deslocalización de puestos de trabajo hacia el Este europeo. Con salarios e impuestos muy por debajo de los de Alemania, los empresarios se orientan a aumentar su tasa de beneficios en los nuevos países de la Unión. A frenar esta tendencia se dirige la bajada de impuestos empresariales anunciada ayer por Schröder, del 38% al 32%, incluyendo las imposiciones locales. Con esta agresiva medida de política económica, las empresas tendrán ahora en Alemania una fiscalidad por debajo de Francia, Irlanda, Holanda o España.

No se puede ignorar tampoco el impacto que esta medida puede tener sobre otros países de Europa. En particular, sobre aquellos que estudian reformas de sus regímenes fiscales, como España. Tanto para inversores locales como extranjeros, la política fiscal es un elemento central a la hora de tomar decisiones. Alemania ha anunciado también otras medidas de aliento a la inversión, incluido un programa para mejorar las infraestructuras de transporte. Schröder resiste, por ahora, las peticiones patronales de flexibilizar radicalmente el Estado del Bienestar y pone el acento en medidas urgentes que complementen la reforma de las prestaciones sociales de comienzos de año. Para esta nueva etapa, el canciller ha demandado un apoyo que la oposición le ha concedido, pero parcialmente y sin entusiasmo.

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