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Tribuna
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Necesitamos un nuevo modelo de empresa

El sector del mueble se enfrenta a un nuevo escenario competitivo y económico que ha constatado el agotamiento del modelo de desarrollo sectorial de los últimos 30 años. Un cambio estructural que, según el autor, requerirá abordar un nuevo concepto de negocio

Entre los empresarios de la madera y mueble es habitual hablar hoy en día sobre cuestiones como la deslocalización productiva, países emergentes, I+D+i, las nuevas tecnologías de la información, los nuevos formatos de la distribución, el capital intelectual... Se trata de una serie de conceptos que durante los últimos años han ido imponiéndose en nuestro día a día, de tal forma que forman parte ya de nuestra realidad sectorial y empresarial y nos han colocado en el entorno global y repleto de amenazas en el que vivimos.

Verdaderamente, los últimos cuatro años han sido especialmente duros para los empresarios del mueble. Estamos soportando una serie de circunstancias importantes que se han traducido en una merma de competitividad de nuestra industria debido, sobre todo, al incremento progresivo de una doble presión competitiva. Por una parte, la presión por costes de los países emergentes y sudeste asiático, y por otra, la presión de la estrategia de la diferenciación propia de las empresas de los países más avanzados y máximos competidores nuestros, como son Italia, Alemania y Francia.

China va a modificar el orden internacional del mercado del mueble, igual que ya ha hecho en sectores como el textil, el calzado, los juguetes o la cerámica

Además el comportamiento de la demanda no nos está ayudando, ya que cada vez se retrasa más la creación de un nuevo hogar y, por tanto, la necesidad de amueblarlo que, junto con el fuerte encarecimiento de la vivienda, ha provocado un cambio en las prioridades del reparto de la renta disponible de los ciudadanos.

Sin lugar a dudas, el continuo descenso de las exportaciones de muebles, y el alarmante crecimiento de las importaciones, bien pone de manifiesto nuestra dificultad para encontrar la estrategia con la que hacer frente a esta nueva realidad de la globalización. No obstante, y a pesar de que las cifras indican lo negativo, creo que los empresarios hemos interiorizado el nuevo escenario competitivo y económico en el que nos movemos y que ya son una mayoría los empresarios que están haciendo suya la necesidad inaplazable de cambiar de actitud, de mentalidad empresarial y, por tanto, la necesidad de reaccionar.

Todos sabemos que no estamos en una situación coyuntural, estamos ante un cambio estructural que nos obliga a que abordemos, cada uno en nuestras empresas, la obligación de fijar objetivos estratégicos que, seguramente, nos van conducir a reconocer que necesitamos un nuevo concepto de negocio. Los empresarios estamos constatando el agotamiento de un modelo de desarrollo sectorial que ha sido válido durante los últimos 30 años, pero que ahora ya no nos sirve. Necesitamos abordar un nuevo modelo de negocio en el que hay que efectuar cambios estructurales en profundidad. Tenemos que dar un salto cualitativo, no podemos ser sólo fabricantes de muebles, tenemos que producir bienes y servicios del hábitat, con un proyecto de empresa con una filosofía propia, con una identidad propia, con unas estrategias de ventas seguras.

Es decir, tenemos que empezar a actuar como una empresa global, lo que corresponde al actual entorno globalizado. Una empresa capaz de avanzar hacia adelante, capaz de establecer fusiones y alianzas estratégicas para conseguir tamaño y así poder invertir en lo fundamental, en I+D+i, en marca y en marketing. No podemos funcionar como empresas individuales y rivales, todas formamos parte de un mismo sector productivo, de un mismo cluster global que nos permita reducir los costes de producción y aportar valores de diferenciación.

Necesitamos un cambio de modelo de empresa, que sea más comercial e ir transformándola, poco a poco, en centros generadores de valor añadido, como son el diseño, la logística, los acabados, la distribución, el servicio, independientemente del lugar y del país donde fabriquemos.

España ya no es competitiva en el mercado del bajo precio, propio de los países emergentes. Es más, en unos pocos años, China va a modificar el orden internacional del mercado del mueble, tal y como ya está haciendo en sectores como el textil, calzado, juguetes o la cerámica. China ya está sustituyendo a nuestra industria del mueble en los mercados de EE UU y Asia, con piezas de calidad media baja, sin diseño propio -copiado-, a unos costes y procesos competitivos y unos precios del producto final mucho más barato.

Por lo tanto, tenemos mucho trabajo por delante. Tenemos que hacernos más fuertes en nuestra capacidad para desarrollar nuevos productos, invertir en marca y en una potente red de distribución, innovando y formando continuamente, adaptándonos a cada situación de forma rápida y flexible, y en definitiva, apostando por una diferenciación que aporte ventajas competitivas sostenibles en el tiempo a nuestros clientes.

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