Lances novelescos en vidas vulgares
Pasiones amorosas pero mezquinas, erráticos y turbios personajes, tristes historias que se entrelazan. Esos son algunos de los componentes de la última novela de Luisgé Martín, Los amores confiados (Alfaguara), en la que el autor pone de manifiesto su capacidad para indagar en el lado oscuro de la personalidad humana, para aflorar sentimientos que, como los celos patológicos, conducen a la destrucción.
Sin embargo, el autor consigue que los protagonistas no parezcan inquilinos de un sanatorio psiquiátrico; es como si todos -verdugos y víctimas- estuviesen abocados a su patético destino. Pero además de contar con ciertos matices folletinescos, Luisgé Martín ha dado con esa fórmula con la que los novelistas consiguen, en ocasiones, que sus libros no dejen de interesar y sorprender a lo largo de sus páginas.
'No sé cómo se logra mantener vivo el interés del lector, si lo supiese aplicaría siempre la fórmula', señala Luisgé Martín. 'Lo que en esta novela confluyen son dos aspectos que tienen que ver con esa capacidad. Por un lado, se cuentan muchas historias, hay muchos casos y cosas. Y hay gente con rostro, para que uno pueda mirarse en el espejo y en él cualquier lector pueda sentirse identificado', sugiere.
'Siempre me ha gustado indagar en las miserias humanas'
Pero el calor que desprende la novela es también reflejo de su gestación. 'Desde que yo publiqué el primer libro había perdido el placer de escribir. He estado tal vez buscando mundos estilísticos más perfectos, más redondos, y aquí he recuperado la espontaneidad. Lo he pasado muy bien y si te diviertes escribiendo acabas divirtiendo al lector', señala.
La novela esconde otro truco que añade morbo a su lectura: cómo el autor se cuela en ella y se convierte en uno de sus protagonistas. 'La estructura sí esta pensada, planificada', subraya. 'A veces me dio miedo porque existían muchas cosas jugando en el filo de la navaja, pero creo que el resultado ha compensado el riesgo'.
Admite que, pese a esos móviles, sus personajes son francamente antihéroes. 'Tal vez no hay héroes en esta novela, pero no todos los personajes son iguales: unos son más antihéroes que otros'. Y es que, asegura, 'siempre me ha gustado indagar en las miserias humanas'.
El resultado es un retablo de comportamientos enfermizos, dolorosos, aunque siempre movidos por pasiones y sentimientos. 'Hasta ahora me ha interesado más el mundo de las relaciones humanas. En casi todo lo que he escrito entra menos la parte de la intriga por el poder. Las luchas económicas son elementos que no han tenido fuerza en mi obra'.
No obstante asegura que esas vidas trágicas y vehementes quedan mejor aparcadas en el ámbito de la ficción. 'Si me preguntas a mí soy mas optimista, soy casi una persona normal. Si el mundo fuese como el de mis novelas o como de las obras de otros autores, estaríamos todos suicidados'. 'Pero voy a cambiar de registro -añade- mi próxima obra va a ser una novela política con el tema del Chile de Allende de fondo'.
Luisgé Martín (Madrid, 1962), autor de una generación que no existe como movimiento literario, es, si embargo, uno de los más originales y con una personalidad más acusada. Cree que el influjo de sus maestros, Cortázar y Borges, no se siente ya en su obra, pero la influencia de una de sus escuelas favoritas, la de los rusos del siglo XIX, sí se percibe en ella.