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Columna
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La dimisión de Rajoy

La actualidad se desborda de asuntos económicos de la mayor gravedad. Ahí tenemos, por ejemplo, a Alan Greenspan zarandeado por los demócratas y por los analistas independientes después de su penosa intervención en el Congreso de Washington, incapaz de señalar los errores de la política presupuestaria del presidente Bush y dispuesto a que cargue sobre las espaldas más débiles, mediante los proyectos de privatización de la Seguridad Social, la corrección ya inaplazable del déficit fiscal.

Pero, como tiene escrito Carlos Luis Álvarez, el problema reside en que la actualidad enmascara la realidad. Y la realidad que hoy no se debería escapar de nuestra consideración es la referida a la brutal intervención del senador del PP Ignacio Cosidó en el Pleno de la Cámara Alta celebrado el miércoles pasado.

Veamos primero qué dijo el senador. Ignacio Cosidó, jaleado por su bancada, afirmó que el presidente del Gobierno había nombrado al señor Peces-Barba (alto comisionado para las víctimas del terrorismo) como una pieza más en una estrategia de negociación y diálogo con ETA. Añadió que las víctimas son un serio obstáculo porque nunca van a consentir que por las mañanas les digan bonitas palabras y por las noches mantengan contactos indecentes e inconfesables con los terroristas. Por eso, a su entender, el señor Zapatero nombró al señor Peces-Barba con la misión no de defender a las víctimas sino de dividirlas, de silenciarlas y de neutralizarlas.

El presidente del PP está en manos de la vigilancia aznarista ejercida por Acebes y Zaplana

En vista de lo cual en nombre del Grupo Parlamentario Popular pidió que si el señor Peces-Barba no tiene la dignidad personal de dimitir, el Gobierno tenga la responsabilidad política de cesarle y si no le cesara tuviera al menos la decencia moral de cambiar su denominación por la de alto comisionado para el diálogo y el amparo de verdugos terroristas.

Procede atender además al examen de quién profirió semejantes mentecateces del todo inaceptables. Se trata de Ignacio Cosidó, cuyo anterior empleo fue el de director del gabinete de Santiago López Valdivielso en su etapa de director general de la Guardia Civil. En aquellos tiempos, a la altura de 1997, se constituyó, en un ejercicio de colaboración entre la Universidad Carlos III y la dirección de la Benemérita, el Instituto Duque de Ahumada de Seguridad Interior y el rector Peces-Barba acogió graciosamente como profesor asociado a Cosidó.

Su denominación de origen es la del clan de Becerril orquestado por el yernísimo Alejandro Agag, ahora sumergido en suculentas operaciones de broker. Pero Cosidó es de la cosecha reserva de 1988, etiquetada con el membrete del denominado Grupo de Estudios Estratégicos que pastoreaba Rafael Bardají.

Pero lo más relevante es la reacción del propio Grupo Popular y del presidente del Partido, Mariano Rajoy.

En el salón de Plenos del Senado se comprobó una vez más aquello de que por sus aplausos los conoceréis. Y las agresivas e inaceptables afirmaciones sobre Peces-Barba fueron recibidas con encendidos aplausos de las bancadas populares. Después, nadie en el grupo por encima jerárquicamente del agresor tuvo el coraje de desautorizarle, ni tampoco lo hizo el presidente del PP preguntado al efecto. Prefirió escabullirse diciendo esas cosas de que no era cronista parlamentario. No es cronista parlamentario aunque le sobran facultades, pero con estas respuestas acredita que tampoco es líder del PP. El líder de un partido la primera prueba elemental que ha de superar es la del ejercicio interno de la autoridad.

Los senadores del PP no pueden hacer manifestaciones a la manera de Cosidó, como los niños deben controlar sus esfínteres para no mearse encima de las alfombras, ni eructar después de las comidas.

Mariano Rajoy ha sido incapaz de que su partido se sume a las recomendaciones que todos los demás grupos han suscrito a propósito del 11-M como debería haber hecho, tampoco de corregir severamente a quienes se extralimitan.

Está en manos de la vigilancia aznarista ejercida por Acebes y Zaplana. El presidente del PP ha dimitido de sus responsabilidades primarias. Pronto Rodrigo Rato se brindará para relevarle como líder genuino. Veremos.

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