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Informe

Cinco años después de la burbuja del Nasdaq

En el periódico del 10 de marzo de 2000 un analista explicaba la situación de la Bolsa: 'No está barata, pero el dinero persigue el crecimiento'. El Nasdaq había subido un 3% y superaba los 5.000 puntos para cerrar en 5.048,62. Fue el máximo histórico, y hoy el mercado tendría que subir el 140% para recuperarlo.

Reconocer que el mercado está caro pero sentirse obligado a seguir la tendencia es, como queda reflejado en las palabras del analista, la principal característica de las burbujas. Y la de la segunda mitad de los 90 fue una burbuja de libro. Su estallido provocó una caída del 78% en el Nasdaq hasta el mínimo del 2002 y, aunque se haya recuperado parte de lo perdido, los efectos de la burbuja aún perduran en el ánimo del inversor. Sobre todo del particular, que escaldado tras ver cómo Terra caída de 150 a dos euros, opta masivamente por los productos garantizados. 'Aún pesa, sobre todo en los ahorradores que entraron entre 1999 y 2000 y sin medir el riesgo. Son segmentos de población que invierten directamente, que no se dejan aconsejar y son reacios a hacer minusvalías, y han quedado atrapados a precios altos', explica Juan Luis García Alejo, director general de la gestora de Safei.

Prem Thapar, director de inversiones de BNP Paribas Gestión, también ha detectado un cambio profundo en la actitud sobre la renta variable: 'Se busca rentabilidad por dividendo y apenas se mira el cash flow, los beneficios o las perspectivas de una empresa. Se ha exagerado lo que se está dispuesto a pagar por un buen dividendo'.

Muchos inversores salieron escaldados de la burbuja, pero eso no evita que se formen otros procesos similares. 'Hoy por hoy se está formando en el ladrillo. Aunque nadie espere un estallido, los precios están por encima de las expectativas de los expertos y de los deseos de las empresas del sector', añade García Alejo.

Otros analistas, como el estratega jefe de JPMorgan, Abhijit Chakrabortti, por ejemplo, destacó que el mercado está asumiendo riesgos excesivos en deuda de alto rendimiento o mercados emergentes. El dinero especulativo también ha fluido en masa hacia el petróleo o las materias primas. Thapar, por su parte, añade que 'se está formando una burbuja en el mercado de bonos, por la fuga de dinero de fondos de otros tipo hacia hedge funds y monetarios, que son los mayores tenedores de bonos y se han endeudado para ello'.

Nadie sabe a ciencia cierta dónde se producirá la próxima gran burbuja. Lo único seguro es que llegará.

El síndrome del bolsista atrapado a precios altos

La experiencia se repite en numerosas ocasiones. Un inversor compra acciones basándose en espectaculares revalorizaciones pasadas. Llega el último a la burbuja y ésta estalla, pero el ahorrador se niega a vender acciones con minusvalías. La Bolsa sigue cayendo y, cuando el inversor se quiere dar cuenta, la acción vale dos terceras partes del precio por el que la compró y no tiene perspectivas de recuperarse.Es el síndrome del inversor atrapado, o el inversor pillado, que en su día dio lugar incluso a una página web, llamada 'pillados en Terra'. Pero no hay sólo ahorradores atrapados en este valor. Los valores de tecnología medios y comunicaciones tienen numerosos accionistas atrapados a precios altos, que no aplicaron el sabio consejo de limitar las pérdidas.

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