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Lealtad, 1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Gestionar el riesgo tras la euforia

El banco de inversión Credit Suisse advierte en su último informe de estrategia que los niveles de apetito por el riesgo mostrados por los mercados habían entrado, según sus cálculos, en lo que denominan zona de euforia. Un hecho que no se daba desde hace cinco años. Lo que para alguien de fuera del mercado podría parecer una noticia no del todo mala es, sin embargo, susceptible de provocar espanto al inversor más experimentado. El citado indicador no entraba en zona de euforia desde marzo de 2000, pico de la burbuja puntocom. Anteriormente se habían alcanzado los niveles de euforia en 1987 y 1990, es decir, antes de fuertes caídas de la Bolsa.

Que los mercados habían entrado en una fase de fuertes alzas que amenazaba con acabar bruscamente no es novedad para los inversores. De hecho, algunos expertos, si se muestran sorprendidos por algo, es por la levedad de la corrección. Credit Suisse no descubre la pólvora, pero sí pone números a un hecho percibido por el conjunto de los operadores.

¿Significa ello que las acciones están en la fase previa a un mercado bajista? En realidad, el análisis del banco no se limita a la renta variable, sino que toma las relaciones entre distintos activos con distintos grados de riesgo como bonos privados, deuda pública, acciones, acciones emergentes... Así, se espera el hecho de que el indicador vaya a salir tarde o temprano de la zona de euforia, pero queda la incógnita de qué activos serán los que sufran más.

Así, si el crecimiento acelera y, por tanto, lo hacen las expectativas sobre los tipos de interés, la deuda de referencia se encarecerá, afectando en mayor medida -como ocurrió en 1994- a los mercados emergentes. La situación actual recuerda a esa época en el sentido en que las acciones no dan señales de sobrevaloración. De hecho, y paradójicamente, este escenario podría exponer a los activos de más riesgo a un panorama aún peor que el derivado de un enfriamiento económico.

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