Escasa regularización
Quienes acusaban al Gobierno de convertir a España en un coladero de inmigrantes con el proceso extraordinario de regularización deben estar sorprendidos al ver que las solicitudes tramitadas en más de dos semanas no llegan a 50.000. Una cifra con la que difícilmente aflorarán los cientos de miles de inmigrantes previstos inicialmente. Parece, pues, que regularizar a un extranjero no era tan fácil como algunos suponían. El Gobierno sospecha que muchos empresarios prefieren mantener a estos empleados sin papeles para ahorrar costes y ha advertido que tendrá 'tolerancia cero' con ellos cuando termine este proceso. La lucha contra este tipo de fraude es, por supuesto, primordial. Pero además deberíamos analizar si el Ejecutivo hizo bien al delegar en las empresas una responsabilidad de primer orden como la de definir quién debe o no ser regularizado. Quizá pecó de ingenuidad o, peor aún, de dejación de responsabilidad.