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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Déficit de credibilidad

La Casa Blanca estima que el déficit presupuestario en 2005 será de 427.00 millones de dólares, mayor que el histórico de 2004. Las previsiones se hicieron públicas la semana pasada, horas después de que la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, en sus siglas en inglés) presentara las suyas para toda la década. Este órgano técnico dice que el desfase de ingresos y gastos arrojará un saldo negativo en 2005 de 368.000 millones.

La cifra de la CBO es poco creíble y así lo advirtió en una nota a inversores Goldman Sachs. 'No se crean las cifras del presupuesto', decía este banco en su análisis.

Por ley, la CBO no puede incluir en sus estimaciones gastos no aprobados por lo que deja fuera los 80.000 millones que George Bush pedirá en unas semanas para financiar los frentes militares en Irak y Afganistán. Tampoco contabiliza el coste de hacer permanentes los recortes de impuestos de 2001 ni el de la transición del modelo actual de pensiones al que plantea Bush.

Con todo, el resultado de ambos cálculos presenta una cierta paradoja ¿Cómo es posible que la Casa Blanca sea más pesimista que la CBO? ¿Es este el mismo gobierno que se comprometió a recortar el déficit de 2004 a la mitad en 2009? ¿No era la Administración más optimista antes?

Para los instruidos en motivaciones políticas no hay motivo para la extrañeza. Bush trata de mostrar el peor de los escenarios para poder exigir al Congreso la aprobación de un presupuesto para 2006, cuyo proyecto presenta en una semana, que sean muy restrictivo en gastos no militares y de seguridad.

Además no es la primera vez que se hace una estimación políticamente calculada. En 2004 la Casa Blanca estimó que el déficit sería de 521.000 millones, el 4,5% del PIB, y aunque luego quedó en 412.000 millones, el 3,6%, Bush hizo su promesa de reducir el desfase a la mitad sobre las estimaciones. Así, para cumplir su palabra, en 2009 el déficit tiene que suponer el 2,25% del PIB y no el 1,8% que resulta de la cifra real de 2004. Según la CBO para conseguirlo sólo hay que seguir con la actual política en 'piloto automático'.

Y mientras en Washington se calculaba, en el Foro Económico de Davos, celebrado la semana pasada, crecía la preocupación. The New York Times aseguraba que la caída del dólar y los desequilibrios financieros habían sido los puntos más debatidos en esta cumbre en la que ha salido a relucir la poca confianza que los líderes económicos mundiales tienen con respecto a la voluntad americana de reducir sus déficits.

Un ex gobernador del banco central de Israel aseguraba que no veía que EE UU se tomara con seriedad esta tarea y los responsables de la economía alemana urgían a Washington a hacerlo (una vez más). Bill Gates, el estadounidense más rico del mundo, apostaba porque el dólar siguiera bajando.

Stephen Roach, analista jefe de Morgan Stanley, criticaba que la Administración hiciera oídos sordos a las preocupaciones del resto del mundo y decía echar en falta a alguien que liderara la política económica en EE UU.

Desde luego, el secretario del Tesoro no estaba en Davos. Washington envió a este foro al subsecretario, John Taylor, quien no se aparta de la línea marcada por la Casa Blanca, al recién relevado Colin Powell y a Dick Cheney, el vicepresidente que dijo a Paul O'Neill, ex secretario del tesoro, que los déficit no importaban.

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