La buena reputación

La buena imagen de la empresa se ha convertido en prioridad absoluta para los máximos ejecutivos de las grandes compañías. La avalancha de escándalos descubiertos tras el estallido del caso Enron ha derivado en una especie de burbuja del buen gobierno que inunda todos los rincones de la vida empresarial. Las grandes compañías cuentan con equipos destinados específicamente a llenar las estanterías de premios de responsabilidad corporativa. Y hay quienes se preguntan si esta especie de revolución ética es auténtica o simplemente se trata de un artificio promocional que algún día será relevado por la próxima moda en materia de gestión empresarial. Sea cual sea la motivación real de las empresas, lo cierto es que la ética se ha convertido en un valor contante y sonante. Y es primordial que siga considerándose un activo valioso en el futuro, aunque se pasen de moda los premios de buen gobierno.