La gran revolución de la universidad europea
Cuenta atrás para la que se anuncia como la mayor revolución en varios siglos de la enseñanza universitaria en Europa. Los 25 países de la Unión Europea y otros 15 limítrofes ultiman las reformas legislativas necesarias para armonizar y modernizar los métodos y contenidos del ciclo superior de enseñanza, al tiempo que liberalizan y abren a la competencia la formación universitaria.
En 2010, a más tardar, todas las universidades europeas dividirán su oferta en dos ciclos, de tres y dos años (o cuatro más uno) cada parte, una estructura ya imperante en el sistema universitario anglosajón. Estudios y titulaciones serán comparables y equiparables entre los 40 países que han puesto en marcha esta transformación radical de sus sistemas universitarios. Y un sistema de créditos, obtenibles dentro y fuera de las aulas, permitirá al estudiante diseñar su propia carrera y cursarla en varios centros o países.
La reforma aspira a que cada curso salgan de las aulas europeas 2,4 millones de licenciados (Bachelor en la nomenclatura inglesa), capacitados a sus 21 años más o menos para incorporarse al mercado laboral. Quienes deseen una especialización muy concreta o hacer un paréntesis en su carrera profesional podrán completar su formación universitaria con un máster de dos años reconocido, por primera vez, como título oficial.
El Graduate Management Admission Council (GMAC), una organización que agrupa a 138 escuelas internacionales de gestión empresarial, publicó ayer un voluminoso estudio de más de 120 páginas sobre 'el tremendo cambio, poco comprendido, que supondrá esta reforma en el paisaje educativo europeo'.
Las modificaciones pactadas en 1999 por los ministros de Educación de la Unión Europea en la ciudad italiana de Bolonia afectarán, según el GMAC, a más de 700 millones de personas. 'El impacto rebasará nuestras fronteras y se convertirá en una parte de la vida académica y profesional del planeta'.
Carlos Cavallé, antiguo decano de IESE, la escuela de empresas de la Universidad de Navarra, ha formado parte del selecto grupo de académicos que ha evaluado para el GMAC las consecuencias de la reforma. En una entrevista con este periódico, Cavallé prevé que la enseñanza universitaria pasará 'de un sistema de oferta, en el que los centros deciden los programas de estudios, a uno de demanda, en el que los estudiantes impondrán sus prioridades'.
'Los alumnos tendrán muchas más opciones para desarrollar su propia carera universitaria o profesional', augura Cavallé. Y el cambio 'revitalizará y fortalecerá la universidad europea'.
La clave de la reforma escapa, sin embargo, al control de profesores y estudiantes. Los expertos reconocen que todo el esfuerzo será baldío si las empresas y el mercado laboral en general no muestran interés en absorber a los miles de jóvenes europeos con una titulación universitaria de tres años.
El éxito no está garantizado, como demuestra la experiencia de los países más avanzados en la transformación. Dinamarca dividió en 1988 los estudios universitarios en dos ciclos. Década y media después el balance presenta un decepcionante claroscuro.
El 80% de los estudiantes daneses siguen optando por continuar en la universidad los cinco años porque el tejido empresarial se muestra hostil con a los licenciados sin máster. Entre las raíces del problema figura la escasa diferencia salarial que existe en ese país nórdico entre unos titulados y otros, de modo que las empresas suelen contratar a los candidatos con la titulación más alta. Ni siquiera la intervención del Gobierno, ofreciendo subsidios por la contratación de licenciados, ha corregido esta tendencia.
Pero la experiencia danesa también arroja una lección positiva en cuanto a la redistribución académica de los estudiantes tras obtener su licenciatura.
Los alumnos optaron por las universidades más adecuadas a su especialización en lugar de completar los estudios en su centro de origen. Este cambio ha contribuido a que Dinamarca se convierta en un país receptor de estudiantes extranjeros. Se espera que el trasvase de alumnos de un país a otro se generalice a partir de 2010. 'En el futuro, un estudiante podrá empezar su carrera en Barcelona y completarla en Berlín', señala Cavallé.
El GMAC pide a los Gobiernos que adecuen sus normas administrativas para facilitar la movilidad no sólo de los estudiantes sino también de los profesores. Y que relajen las normas de visado y permisos de residencia para atraer alumnos de todo el mundo hacia los campus europeos.
La equiparación de la estructura de los programas universitarios del Viejo Continente con el modelo anglosajón pondrá en directa competencia a las universidades y escuelas europeas con sus rivales estadounidenses. El incremento de los costes de la enseñanza superior hará imprescindible atraer estudiantes de terceros países cuyas 'matrículas' serán bastante más caras. El GMAC advierte que los centros menos atractivos o los cursos menos populares quizá no soporten esta competencia. 'El escalafón de las escuelas de negocio, por lo pronto, puede variar', dice Cavallé.
Dos centros españoles con sede en Barcelona, Esade e IESE, ocupan por ahora puestos de cabeza (cuarto y séptimo, respectivamente) en rankings como el de la revista Business Week.
Universidades como la Complutense, la Autónoma de Madrid y la de Barcelona, o la Pompeu Fabra de la capital catalana también se mencionan como futuros centros de referencia. El Reino Unido coloca a Oxford y Cambridge entre las universidades punteras, y Francia a la HEC de París. Alemania, por su parte, cuenta 'con las mejores universidades... del siglo XIX', bromean los círculos académicos más anglófilos. 'Bolonia no es una amenaza, sino una oportunidad para el mundo germánico', tranquiliza Peter Gómez, rector de la universidad suiza de ST Gallen, pionera en la aplicación del nuevo sistema.
campus atestados
La reducción de la duración de los estudios superiores aumentará el número de matrículas, según los expertos. En España, el 48% de los posibles aspirantes llega a la universidad.
El inglés, lengua franca inevitable
El 47% de la población europea ya habla inglés, según el estudio presentado ayer por la organización internacional de escuelas de empresas GMAC. Y este dominio de la lengua imperial de los siglos XX y XXI se refleja, por supuesto, en el mundo académico. En el curso 2003-2004, las universidades europeas, sin contar las del Reino Unido e Irlanda, ofrecieron 1.889 másteres universitarios en inglés. Este número, según el estudio de GMAC, sólo puede continuar creciendo.'Para aplicar los acuerdos de Bolonia sobre reforma universitaria hace falta una lengua franca y esa va a ser, sin duda, el inglés', reconoce Carlos Cavallé, antiguo decano de IESE. Ni siquiera Francia o Alemania se resisten ya a esa supremacía. 'El inglés es la lengua oficial de empresas como Volkswagen y de las mejores escuelas de París'.
La reforma costará 17 millones de euros a cada centro académico
Nadie parece atreverse a predecir a cuánto se elevará la factura final de la reforma de los estudios universitarios pactada en 1999 y que culminará en 2010. Pero todos los expertos coinciden en que será descomunal.Las universidades suizas embarcadas en la reforma han calculado que sólo la introducción del nuevo sistema de créditos para los alumnos les costará en total unos 34 millones de euros. Los gastos subsiguientes a la aplicación de la reforma pueden elevarse a otros 135 millones de euros anuales. La extrapolación de estas cifras arroja una factura para cada universidad europea de 3,4 millones de euros iniciales y 13,5 millones anuales, según el estudio presentado ayer por el GMAC, la organización que agrupa a 138 escuelas de empresa. 'Sin embargo, se trata sólo de una parte de la inversión necesaria', reconoce el informe. 'El coste final será significativamente superior'.El informe del GMAC pide a los Gobiernos que han suscrito el acuerdo de Bolonia que aumenten sustancialmente los recursos públicos destinados a la educación superior durante la etapa de adaptación.La ausencia de esos medios públicos, señala el GMAC, abrirá una oportunidad de negocio para las escuelas privadas. 'El nuevo escenario educativo será mucho más competitivo y los centros tendrán que aprender a atraer estudiantes de dentro y fuera del país', advierte el estudio. GMAC prevé, en concreto, una explosión en la oferta europea de másteres, que podría llegar a ser de 12.000 títulos distintos.