EE UU ajusta sus cuentas con el ex presidente de WorldCom
La mayor quiebra de la historia empresarial estadounidense entra hoy en los tribunales. Bernard Ebbers, fundador y ex presidente de la operadora WorldCom se enfrenta a una pena de hasta 85 años de cárcel por fraude y conspiración en la bancarrota de la compañía, producida en 2002, después de que se descubriese un agujero de 11.000 millones de dólares.
æpermil;sta es la dura caída a los infiernos de un personaje admirado en su día. Ebbers logró convertir una pequeña operadora de llamadas a corta distancia en un gigante global de las telecomunicaciones que llegó a poseer activos 180.000 millones de dólares en 1999. En la actualidad, WorldCom es MCI, tiene una capitalización de 6.100 millones.
Durante la jornada de ayer, fiscales y abogados defensores ultimarán las últimas cuestiones previas a la vista. Hoy miércoles dará comienzo la selección del jurado. Las primeras declaraciones podrían dar comienzo la próxima semana. En total, el juicio puede durar de cuatro a ocho semanas. Ebbers se declara inocente de todos los cargos.
El caso WorldCom se remonta al verano de 2002. En aquel julio, se supo que su director financiero, Scott Sullivan, había anotado unos beneficios -inexistentes- de más de 11.000 millones de dólares durante casi dos años. Para entonces, Ebbers ya no estaba en la compañía. El ex presidente había presentado su dimisión dimitía tras reconocer que había obtenido un préstamo privado de la empresa. Sin embargo, la situación de la compañía ya había comenzado a levantar sospechas, pese a que Ebbers llevaba más de un año negando que hubiese problemas. Incluso llegó a asegurar a los analistas en una frase que se hizo famosa que no veía 'tormentas en el horizonte'.
Sullivan, de hecho, se ha convertido en el testigo estrella contra su ex jefe, una vez que el ex responsable financiero de WorldCom ya disfrutó de su propio juicio en 2004, en el que se declaró culpable. Los fiscales consideran que Ebbers mentía y miente, y que orquestó un entramado para proteger la opacidad de sus cuentas. 'Ebbers', asegura su abogado, 'nunca buscó engañar a los accionistas, nunca buscó manipular las cuentas, nunca tomó dinero y nunca buscó herir la compañía que construyó'. La defensa echa toda la culpa a Sullivan
Este juicio ha despertado tal interés en el país norteamericano que, incluso, se le ha llegado a conocer como el caso O. J. Simpson de los juicios empresariales, en referencia al juicio a la estrella de fútbol americano . Para empezar, será seguido por las decenas de miles de personas que perdieron su dinero o sus trabajos tras la crisis. Pero es que, además, Ebbers, de 63 años, ofrece uno de esos perfiles que tanto gustan en EE UU. Canadiense, comenzó su carrera como repartidor de leche, hasta que decidió marchar a Misisipí, donde finalizó sus estudios y trabajó como entrenador de baloncesto. Un día, allá por 1982, un amigo le habló del negocio de la telefonía. Un préstamo y varias operaciones de compraventa después, Ebbers fundó LDDC en 1983, un año antes de que la entonces todopoderosa AT&T se tuviese que dividir en varias empresas por constituir un monopolio. El final de este trayecto profesional comienza hoy.
Atentos a:
¦bull; El juicio a Bernard Ebbers podrá dilatarse de cuatro a ocho semanas.¦bull; El ex presidente de WorldCom se enfrenta a una pena máxima de 85 años por fraude contable.¦bull; La de WorldCom se considera la mayor quiebra de la historia de EE UU.
La 'perla' de la época de los escándalos en EE UU
El juicio a Bernard Ebbers es apenas uno de los más destacados un período de tiempo de poco más de un año (entre 2002 y 2003) en el que, casi sin descanso, se sucedieron varias multas a los bancos de inversión por más de 1.000 millones de dólares por emitir informes sesgados; el cese de las actividades de la consultora Arthur Andersen tras 89 años de historia por su implicación en el caso Enron; y la dimisión de Harvey Pitt, el presidente del regulador de los mercados (la SEC por sus siglas en inglés), sobre el que arreciaron las críticas por su actitud frente a los casos de corrupción empresarial y por sus relaciones con las firmas de auditoría. Esta crisis golpeó a todos los actores (empresas, auditores, reguladores, auditores y analistas), provocando una crisis de confianza sin precedentes entre los pequeños inversores. El escenario resultante, así, superó la imaginación de aquellos que pensaban que se había alcanzado una cota máxima con la quiebra de la comercializadora de energía Enron en diciembre de 2001. Enron, como WorldCom, también falseó sus cuentas para dar beneficios inexistentes.La lista de los escándalos no se queda aquí, ya hay que sumar nombres como los de la operadora por cable Adelphia, otra empresa de telecomunicaciones como Qwest o el fabricante de fotocopiadoras Xerox, todas ellas golpeadas por los fraudes contables de sus administradores.Fue ésta la época que puso en todas las bocas conceptos como contabilidad creativa o la que puso de manifiesto la necesidad de vigilar más de cerca el buen gobierno de las empresas.