La CEOE pone en cuestión el diálogo social por el salario mínimo
La patronal CEOE no va a firmar el acuerdo del salario mínimo si el Gobierno mantiene la revisión por ley de esta renta en función de la inflación pasada. A partir de ahí, los empresarios utilizarán este firme rechazo como moneda de cambio en el resto de las negociaciones laborales. La primera que peligra es el pacto de salarios de 2005.
La junta directiva de CEOE tiene mañana una reunión decisiva para todo el proceso de diálogo social. La cúpula empresarial decidirá formalmente rechazar la intención del Gobierno, respaldada por los sindicatos, de incluir en el Estatuto de los Trabajadores la cláusula automática de revisión del Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
Además de las duras críticas vertidas la pasada semana por CEOE contra esta decisión y pese al 'convencimiento' manifestado el jueves por Jesús Caldera de que los empresarios 'firmarán el acuerdo del SMI', fuentes patronales reiteraron ayer que no firmarán con el Gobierno y los sindicatos un acuerdo que incluya dicha cláusula.
En su opinión, atenta contra la economía porque se trata en la práctica de una indicación del SMI a la inflación pasada, que es una fórmula descartada hasta por los propios sindicatos.
Gobierno y sindicatos creen que la patronal pretende enseñar su fuerza de cara a todo el diálogo social
La patronal recuerda a Zapatero su compromiso de no legislar en materia laboral sin acuerdo
Pero más allá de esta argumentación macroeconómica, lo que más a molestado a la patronal, y en esta clave se desarrollará la reunión de mañana de su cúpula, es la injerencia del Gobierno con su disposición a legislar en materia laboral sin el visto bueno de la patronal.
Esto ha llevado a CEOE a condicionar las futuras negociaciones del diálogo social a la espera del gesto del Gobierno de retirar su intención de que la ley obligue a la revisión automática del salario mínimo interprofesional.
La primera negociación que ya está en riesgo es la del acuerdo de convenios para 2005 con los sindicatos, que la patronal ha suspendido hasta que pase la reunión de mañana de su dirección.
Desde los sindicatos y desde el Gobierno se interpreta la actitud de CEOE como un gesto de cara no sólo a la negociación colectiva de 2005 -en la que intentarían suavizar la cláusula de revisión salarial para todos los convenios- sino como advertencia de su fuerza para el resto del diálogo social que se abrirán este año, sobre todo en materia de temporalidad y de Seguridad Social y cotizaciones.
El precedente de Rato y los convenios en 2002
'Nos vamos a agarrar como a un clavo ardiendo al compromiso del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el pasado 8 de julio, de no legislar en materia de empleo de forma unilateral', indicaban ayer fuentes de CEOE. Así justificaban desde la organización empresarial, una vez más, su malestar por la decisión, hasta el momento inalterable, de obligar por ley a revisar el salario mínimo con la inflación, incluyendo una cláusula salarial en el propio Estatuto de los Trabajadores.En privado, los empresarios aseguran que no pueden dejar que el Gobierno les meta ese gol, con su intervención, en la primera de las negociaciones y cuando se avecinan otras tan importantes como la peso de las cotizaciones sociales.No es la primera vez que los empresarios y los sindicatos han preferido llegar a un acuerdo entre ellos para frenar una intervención gubernamental.A finales de 2001 y tras varios intentos fallidos de pactar entre CEOE, CC OO y UGT una reforma de la negociación colectiva, el Gobierno del PP y, en particular, su ministro de Economía, Rodrigo Rato, decidió tomar cartas en el asunto y anunciarles su decisión de reformar unilateralmente la estructura de los convenios. En cuestión de horas los agentes sociales se sacaron de la manga un Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva de 2002.De esta forma patronal y organizaciones sindicales tiraban por la calle del medio y ofrecían al gobierno moderación salarial y paz laboral a cambio de que Rato no ejecutara una reforma de los convenios que no convencía ni a empresarios ni a sindicatos.