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Columna
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La raíz cuadrada del País Vasco

La 'propuesta de Estatuto político de la Comunidad de Euskadi', más conocida como plan Ibarretxe, aprobada que fue por el Pleno del Parlamento Vasco el pasado 30 de diciembre, amenaza con devolvernos a las preguntas existenciales de los ejercicios ignacianos -quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos- y suspender nuestras tareas para ensimismarnos en cuestiones esencialistas sobre el ser de España y de las comunidades integradas en ella, de esas que terminan abocándonos a nuestras entrañables guerras civiles. El éxito de la transición, culminado con una Constitución que a todos acoge en un espíritu de reconciliación y concordia, se cancelaría después de los mejores 25 años de progreso para volver a problematizarlo todo: España, el País Vasco, Cataluña, Andalucía, el archivo de Salamanca, el botafumeiro de Santiago, la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2012. Todo menos la isla de Alborán, único lugar del territorio nacional donde el Estado mantiene íntegras todas sus competencias.

Como subraya el profesor Tomás de la Quadra-Salcedo en su ensayo Reflexiones sobre la filosofía del Estado de las autonomías, incluido en el volumen La Constitución a examen, un estudio académico 25 años después coordinado por Gregorio Peces-Barba y Miguel Ángel Ramiro, que acaba de aparecer en la editorial Marcial Pons, si el texto del plan resultara rechazado se puede proponer por las Cortes a la comunidad una reforma distinta, sugiriendo un texto diferente a la Asamblea que lo remitió. Pero lo que está descartado es un procedimiento para negociar sobre la propuesta adoptada por el Parlamento autonómico de que se trate, negociación que ni está prevista ni se ha querido prever.

Además, ahora la propuesta ya no es del lendakari sino formalmente del Parlamento vasco y camina hacia el Congreso de los Diputados y no hacia La Moncloa. De ahí que en la audiencia solicitada por Ibarretxe a Rodríguez Zapatero quedan excluidas, aún más, negociaciones sobre el texto de esa propuesta de Estatuto político. Preparémonos, pues, para recibir el plan Ibarretxe actualizando nuestros conocimientos constitucionales, por ejemplo, con la instructiva lectura del volumen citado y tengamos a mano un ejemplar de la Carta Magna como el que se abrocha el cinturón de seguridad, recordando aquello de agarrarse que viene curva. Comprobemos que se trata de una propuesta de Estatuto que afecta a las relaciones de la comunidad autónoma vasca con el Estado, pero también a los regímenes forales privativos de los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, por lo que está prescrita una consulta a las Juntas Generales de cada una de las provincias vascongadas previa para su remisión a las Cortes Generales de acuerdo con el artículo 47.1 del Estatuto vasco de 1979.

La contribución del País Vasco a sostener las cargas del Estado no es progresiva, ni siquiera proporcional

Pero mientras, yendo con el poeta del corazón a los asuntos y acompañado a John K. Galbraith 'en el placer de identificar la creencia interesada y el disparate calculado' al que se entrega en su ensayo sobre La economía del fraude inocente (Editorial Crítica, Barcelona 2004), es interesante un paseo crítico por el sistema de financiación de las comunidades autónomas del que deberían descartarse políticas no transparentes o que empañen la objetividad que debe caracterizar el esfuerzo debido de solidaridad. En particular, es revelador el examen de la financiación del Concierto económico del País Vasco.

Así podemos ver que el índice de imputación de los gastos no asumidos los que corresponden a competencias no asumidas, como defensa, servicio exterior o Casa del Rey mediante el que se fija el porcentaje de contribución del País Vasco al sostenimiento de las cargas generales del Estado ha permanecido invariable, sin explicación alguna, según las sucesivas leyes del Cupo, en el 6,24%. Su cálculo original resultó de la extracción de la raíz cuadrada del producto de la renta relativa por la población relativa. De donde la contribución del País Vasco no es progresiva, ni siquiera proporcional. Asunto relevante sobre el que volveremos con más detalle el próximo viernes.

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