Acapulco, qué calor
De día, y mucho más de noche, es una vista que corta el aliento. Un anillo largo y pulido de montañas dibuja una bahía luminosa, cálida siempre, con playas anchas alternando con rocas y acantilados que parecen de película. Nada de extraño, pues, que la gente del cine se fijara en este decorado fastuoso. Errol Flyn y Johnny Weismüller (Tarzán) fueron de los primeros, pero enseguida les siguieron otros: Liz Taylor se casó allí con Mike Todd, John Wayne y otros de su quinta se emborrachaban de sol en Los Flamingos y en Las Brisas, hotel éste que posee su propia versión del hollywoodiense Walk of Fame; a saber, un Muro de la Fama donde han dejado sus huellas docenas de estrellas y de astros.
æpermil;stos siguen hipnotizados por Acapulco. Sylvester Stallone rodó por allí Rambo II (también las escenas de selva de Tarzán se habían rodado en la feligresía), Julio Iglesias tiene casa (¿y dónde no?), lo mismo que políticos como Kissinger o el difunto Sha de Persia; la de 'Cantinflas' (otro apóstol de Acapulco) está en venta en estos momentos, y el cantante Luis Miguel se acerca con frecuencia en yate desde su villa a cenar en el hotel Camino Real.
Este idilio con la fama, sin embargo, es cosa reciente; sobre todo si tenemos en cuenta que la historia local se remonta al año 3.000 antes de Cristo; es decir, Acapulco resulta ser una de las poblaciones más antiguas de toda América.
El lujo no anda lejos. A un paso del zócalo, en el puerto deportivo, hay algunos yates que parecen castillos flotantes
Cuando Cortés conquistaba México, Acapulco era un pueblito de pescadores. Pero jugó un papel decisivo: de aquí partieron naves que darían a la corona española una de sus joyas más preciadas, las tierras del Perú inca; y más tarde se estableció, entre Manila y Acapulco, una ruta comercial muy activa. Al cegarse dicha ruta, Acapulco quedó aislada. Se precisaba una semana para llegar a ella desde ciudad de México. Sólo en 1927 se hizo una carretera en condiciones. En la década de los noventa fue convertida en autopista, permitiendo a los habitantes de la capital mexicana el rito del 'acapulcazo', es decir, rematar una noche de juerga poniéndose al volante y amaneciendo, tres horas más tarde, en las playas de Acapulco.
Esta afluencia capitalina, y un turismo que no cesa, han hecho renacer, una vez más, esta ciudad. Porque eso es, para sorpresa de muchos: una señora ciudad con cerca de dos millones de vecinos. Para moverse por ella hay que tener un vehículo a mano. Pero no da sensación de agobio. Conserva, a pesar de su tamaño, el carácter de un sitio de playa o pueblo de pescadores. Sobre todo en la parte nuclear, el zócalo; allí han concentrado a los artesanos, en mercadillos techados, los pescadores venden su carga en la propia barca, y los bañistas pueden almorzar en chiringuitos playeros por unos pocos pesos.
El lujo no anda lejos. A un paso del zócalo, en el puerto deportivo, hay yates que parecen castillos flotantes. Y cada mes atracan dieciocho o veinte cruceros descomunales, que arrojan sobre Acapulco una riada supletoria de turistas. La mayoría acuden, como sagrada obligación, a ver a los clavados.
Es un rito que se repite dos veces al día: en La Quebrada, un angosto brazo de mar entre paredes de roca que caen a plomo, varios lugareños se lanzan al agua desde una altura de treinta metros, calculando el momento exacto en que la ola penetra en el callejón, para no romperse la crisma. Es la postal por excelencia de Acapulco que, sin embargo, no se duerme en el fácil cliché: un ambicioso plan por fases, de aquí al año 2025, pretende renovar su brillo como uno de los destinos turísticos mejor dotados del planeta.
Guía para el viajero
Cómo ir:Iberia (902 400 500) tiene dos vuelos diarios entre Madrid y México DF. Desde Ciudad de México, y en código compartido con Mexicana de Aviación, se puede continuar hasta Acapulco los lunes, miércoles, viernes y domingos; precio del billete completo Madrid-Acapulco, ida/ vuelta: a partir de 652 más tasas de emisión de billete.Viajes El Corte Inglés ofrece un paquete, para enero, de avión más siete noches de estancia en el hotel Camino Real en régimen de alojamiento, y traslados, a partir de 1.770 euros, tasas aéreas no incluidas.Dormir y comer:Camino Real Acapulco Diamante (Carretera Escénica km 14, Baja Catita s/n, fraccionamiento Pichilingue, 01 (744) 435-1010, www.caminoreal.com/acapulco/, aca@caminoreal.com), situado en forma aterrazada sobre la Bahía de Puerto Marqués, cuenta con tres piscinas, excelente restaurante, spa, y todo tipo de facilidades, 250-375 dólares.Las Brisas (Carretera Escénica 5255, 01 (744) 469-6900) es uno de los 'históricos' de Acapulco, perteneciente a la exclusiva The Leading Hotels of the World, próximo al hotel anterior y al campo de golf de 18 hoyos, 250-375 dólares.Quinta Real (Paseo de la Quinta 6, en Real Diamante, 01 (744) 469-1500), asomado a la playa Revolcadero, en el 'Acapulco Diamante', es uno de los más lujosos, perteneciente a México Boutique Hotels.Cabo Diamante, uno de los restaurantes del Camino Real y una de las más refinadas mesas de Acapulco, sobre todo en pescados.Kookaburra (Carretera Escénica Las Brisas, (744) 446-6039), con magníficas vistas sobre la bahía. Mezzanootte (Carretera Escénica, La Vista Shopping Center, (744) 446-5728), cocina italiana.