De emergente a convergente
El debate sobre una hipotética entrada de Turquía en la Unión Europea ha calado hondo en las últimas semanas y se ha avivado, con más fuerza si cabe, una vez que la cumbre del pasado fin de semana de los jefes de Estado de los países miembros aprobó el inicio de negociaciones formales para el acceso a la UE.
En un estadio tan primitivo como el actual nadie se aventura a pronosticar si, efectivamente, Turquía ingresará como miembro de pleno de derecho en la UE. Son muchas las reformas de índole político, económico y relativas al respeto a los derechos humanos que debe llevar a cabo y muchas, por lo menos de momento, las opiniones contrarias a que este gigante islámico, a caballo entre Europa y Asia, acceda a un club de países de tradición cristiana.
Donde aparentemente no existen dudas es a la hora de prever un calendario. De ingresar Turquía en la Unión Europea, no será antes de 2015 e incluso podría retrasarse hasta 2020.
Consideraciones políticas aparte, el periodo que ahora se abre para Turquía es una etapa de enorme expansión económica apoyada en las reformas que tendrá que acometer para poder ingresar en la Unión.
'No puede existir ninguna duda de que el impacto político y económico del proceso de negociación será muy positivo, como lo ha demostrado el desarrollo de los aspirantes al ingreso procedentes del centro y el este de Europa', señalaba esta semana una estratega de Deutsche Bank.
El inicio formal de las negociaciones, que tendrá lugar el 5 de octubre de 2005, añadirá un nuevo adjetivo a la economía turca, que además de emergente pasará a ser convergente. La experiencia de otros que fueron convergentes en el pasado -como España- o de los que lo son en estos momentos hace prever un futuro halagüeño para los activos del país. Merrill Lynch, por ejemplo, prevé que el PIB de Turquía crezca un 6% anual en los próximos años, tres veces la media de la UE. Acciones y bonos bien podrían mantener una senda similar, si no mejor.