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Tribuna
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Un mar de confusiones

El autor considera que el escenario para 2005 es idóneo para que el crecimiento mundial se mantenga por encima del promedio histórico. En su opinión, el próximo será un año de ajuste de los desequilibrios y de corrección de los excesos en la valoración de activos financieros, pero también de estabilidad en lo económico

Admito que la continua subida de las Bolsas después de alcanzar sus niveles mínimos del año en agosto puede incluso ser razonable: por valoración, y comparándola con cualquier otra inversión alternativa, no hay duda de que sigue siendo la mejor opción posible en estos momentos. Otra cosa es que busquemos argumentos donde no los hay: así, en los tres últimos meses hemos visto como las Bolsas superaban etapas de precios del crudo al alza, dudas sobre la continuidad del crecimiento (también la confirmación del inicio de la desaceleración de los beneficios empresariales) y hasta el riesgo a que puede llevar un desplome incontrolado del dólar.

Todo este conjunto de factores ha sido obviado por los inversores. Algunos hablan del ya clásico final de año alcista. Otros directamente lo achacan a la inercia ascendente (momentum) de los últimos meses. Incluso he leído cómo algún analista califica como 'su quiniela' la continuidad de la subida en los próximos meses tras un paréntesis a muy corto plazo. Todo un conjunto de manifestaciones que me dejan poco tranquilo a la hora de plantearme el escenario para las Bolsas en 2005.

Claro que los bajos niveles de tipos de interés de la deuda también me vienen produciendo cierta inquietud desde hace meses. Pero quedan en parte explicados ante las dudas que sigue generando la continuidad de la fase expansiva del ciclo en que nos encontramos. Muchos también alegan que no podemos olvidarnos de los bajos niveles de inflación actual (y de sus expectativas). En primer plano, los propios bancos centrales. Así encuentran argumentación para mantener los tipos de interés oficiales cerca de mínimos históricos, quizá olvidando tanto el carácter preventivo sobre la inflación de la política monetaria, como que el mantenimiento de un exceso de liquidez en la economía en un escenario de moderado crecimiento de la inversión sólo puede llevar a excesos en el gasto de los consumidores. O excesos en la propia valoración de los activos financieros e inmobiliarios. ¡Tanto reconfortarse en la contención de la inflación 'real' cuando pueden estar incentivando la inflación financiera! Sinceramente, temo las consecuencias de un ajuste que se producirá más tarde o más temprano.

Comparada con cualquier otra inversión alternativa, no hay duda de que la Bolsa sigue siendo la mejor opción posible en estos momentos

Algunos economistas -muy pocos por el momento- hablan de una relación clara entre el exceso de liquidez y el exceso de confianza de los inversores. Es fácil asumir riesgos cuando la financiación es tan barata. Spread de crédito y riesgo-país cerca de mínimos históricos, sobrevaloración de los precios de la vivienda y la especulación en los mercados financieros: quizá no sean consecuencia directa, pero evidentemente han quedado influidos por la aplicación en los últimos años de una política económica muy expansiva.

Porque, ¿alguien puede mostrarse confiado en la inestabilidad mostrada por los precios de activos como el oro, el petróleo y hasta el propio dólar? No se confundan: no se trata sólo de un aumento de la demanda. Tampoco de una restricción de la oferta, que de hecho nunca se ha producido. Y en el caso del dólar, está por ver si el desequilibrio exterior de la economía de EE UU que intenta corregir su caída no acabará siendo finalmente incentivado. Como de hecho ya ocurrió en los dos últimos años. Lo llamativo es cómo esta inestabilidad e incertidumbre en los precios de activos financieros ha sido compatible con un descenso de su volatilidad, implícita e histórica, hasta los niveles más bajos desde principios de los noventa.

¿También una consecuencia del exceso de liquidez? Lo desconozco, aunque comienzo a sospechar que las próximas subidas de los tipos oficiales hasta niveles 'neutrales' (aquellos que no incentiven la aparición de expectativas de inflación por los agentes económicos, empresas y consumidores) pueden llevar a un aumento de la volatilidad. Quizá hasta hacerla más coherente con la incertidumbre con que nos enfrentamos al próximo ejercicio.

Tras todo lo anterior muchos sospecharán que mantengo unas pobres perspectivas económicas para el 2005. Se confunden: creo que el escenario sigue siendo idóneo para que el crecimiento mundial el próximo año siga siendo superior al promedio histórico. Esto no quita para que reconozcamos nuestra preocupación ante la sintonía de los ciclos económicos de las principales economías, con la norteamericana, dentro de los países desarrollados, y la china, en los países en vías de desarrollo, como motores del crecimiento mundial. Pero, ¿esto importa ahora? Resulta curioso como las autoridades europeas y japonesas siguen argumentando lo imprescindible que resulta para continuar la recuperación de sus economías que haya una elevada demanda exterior.

¿Y la demanda interna? Esta es la cuestión pendiente para ambas economías. Y la crítica de las autoridades de EE UU cuando se alude a la necesidad de reducir el déficit exterior de su economía. Varios miembros del BCE han expresado su confianza en que el fuerte dinamismo de la demanda internacional compense el impacto negativo de la subida del euro. En esto debemos confiar todos.

Como ven, esperamos que 2005 sea un año de ajuste de los desequilibrios e inicio de corrección de los excesos en la valoración de activos financieros. Pero también un año de estabilidad en el terreno económico. Esta es nuestra hipótesis de trabajo. La que, en nuestra opinión, más probabilidad tiene de materializarse. Y en absoluto se trata de una quiniela.

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