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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Igualdad de oportunidades

El Ministerio de Economía y la CNMV están dispuestos a atajar cualquier indicio de uso de información privilegiada. Y cuanto antes. Por ello, han acelerado la puesta en marcha del real decreto que regulará todo lo relativo al trasiego de datos sensibles. La norma obligará a los intermediarios financieros, básicamente la banca, a informar a la CNMV 'cuando existan indicios razonables para sospechar que una operación utiliza información privilegiada o constituye manipulación de mercado'.

Se impone, asimismo, la elaboración, por parte de las empresas, de las llamadas 'listas de iniciados', compuesta por las personas que tienen acceso a información considerada como privilegiada. Tampoco hay que engañarse. La información privilegiada es golosa para quien la tiene, y su uso seguirá siendo tan fácil de detectar como difícil de probar. Pero tanto las listas de iniciados como la ayuda de los bancos son mecanismos que desincentivan el delito y, probablemente, sean más eficaces que medidas de corte coercitivo. También se modifica la forma en la que los analistas han de publicar las recomendaciones.

La norma aborda la labor de los periodistas, si bien se limita a insistir en la transparencia al transmitir recomendaciones y el rigor al hacerlas propias. Una petición acertada en el fondo, si bien demasiado puntillosa al exigir a los medios que informen, por ejemplo, sobre los métodos de cálculo utilizados al determinar un precio objetivo.

El presidente de la Comisión, con todo, parece más empeñado en ordenar la publicación de hechos relevantes, de forma que estas noticias se comuniquen a la vez a todos los inversores y se evite, de paso, que algunas empresas usen -como han venido haciendo de forma flagrante- la CNMV como plataforma publicitaria. En una época plagada de operaciones de fusión y adquisición, el mensaje de la CNMV en pro de la transparencia es bienvenido. Y, aun sin fusiones, Manuel Conthe ha elegido con acierto las tareas en las que el supervisor del mercado debe fajarse con más ímpetu.

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