Los millonarios Barclay pierden su anonimato
Los nombres de los gemelos David y Frederick Barclay quizá no digan nada al público español, aunque tampoco eran muy conocidos en Inglaterra a pesar de contar con una gran fortuna y controlar más de 50 empresas en Reino Unido, Japón y Suecia. Entre sus propiedades más llamativas se encuentran el Ritz de Londres o el yate de 244 pies que compraron al presidente de Oracle, Larry Ellison, o la isla de Brecqhou en mitad del canal de La Mancha que adquirieron en 1993 por 4,3 millones de dólares para construir un auténtico castillo para sus familias. Esta ha sido una de sus excentricidades más caras, que incluyó el traslado piedra a piedra de una fortaleza de 1565. Sólo en abogados, la obra les costó 1,75 millones de libras.
Su espíritu emprendedor ha sido una constante en toda su vida, que no ha perdido fuelle ni tan si quiera ahora que tienen 70 años cuando han logrado por fin comprar el Daily Telegraph, el medio conservador más influyente de Inglaterra. Pero esta ansiada compra les ha costado algo más que los 665 millones de libras que pagaron por el rotativo: perder el anonimato bajo el que han construido su silencioso imperio.
Los gemelos Barclay, hijos de un agente de viajes instalado en Londres y una dependienta de una tienda de caramelos, se han dedicado los últimos 40 años a comprar empresas que otros rechazaban; lograban ponerlas a punto y las vendían a pedacitos sacando unos pingües beneficios. Sólo en el Reino Unido, los intereses de los hermanos Barclay generan más de 7.500 millones de dólares de ingresos anuales y emplean a más de 40.000 personas, de acuerdo con documentos legales.
Los mass media son uno de los sectores que más atraen a los Barclay. En Montecarlo, donde los gemelos tienen su residencia oficial, cuentan con su propia emisora de habla inglesa llamada Rivera Radio y un hotel, otro de sus grandes negocios, de cuatro estrellas, el Mirabeau. Entre sus propiedades está el Scotsman, que cuenta con 975.000 lectores semanales, que ha permitido a los Barclay situarse como los quintos editores más importantes de Gran Bretaña. Además, en 1992 compraron The European, un proyecto del fundador de The Daily Mirror que pretendía ser un medio transnacional al estilo de Finantial Times, que fue un fracaso. Y también trataron sin éxito quedarse con el London´s Daily Express y el Glasgow Herald.
Pero los Barclay no han saltado a la luz pública hasta su gran inversión en el Daily Telegraph. El cuidadoso anonimato sobre el que han construido su imperio se ha vuelto en su contra pues sus competidores, que quedaron fuera de la puja por la cabecera conservadora, critican su falta de transparencia. El holding de los Barclay tiene su sede social en las Bermuda y las islas vírgenes, donde las compañías extranjeras no pagan impuestos corporativos; y en las islas del Canal de Jersey, donde los impuestos a las firmas extranjeras son el 0,5% sobre los beneficios a partir de más de 10 millones de libras. Las compañías de los Barclay no cotizan en Bolsa, así que sólo están obligados a presentar informes de pérdidas y ganancias diez meses después de que su año fiscal finalice.
Poco amigos de las entrevistas, las únicas respuestas que les arrancaron los periodistas de Bloomberg para realizar este reportaje fueron: 'Preferiríamos que no escribieran sobre nosotros'. Este silencio no ha hecho más que agravar las especulaciones sobre los métodos utilizados para construir su fortuna. Desde al menos 1983, los hermanos han cerrado más de 15 tratos multimillonarios sin hacer una emisión de deuda o acudir a la Bolsa para financiar sus compras. Ellos siempre han utilizado bancos de inversión para pedir el dinero a grupos pequeños de prestamistas, entre el que está el escocés HBOS. Esta entidad financiera nacida de la fusión entre Halifax y Bank of Scotland ha financiado al menos dos compras de los gemelos, además de la adquisición del Telegraph.
Esta estrategia ha permitido a los hermanos Barclay cortar el flujo de información a sus rivales, según Peter Fleming, el director de créditos de Barclays, banco que no tiene nada que ver con estos hermanos. La privacidad también ha ayudado a los hermanos a generar liquidez, según Robert Bugbee que trabajó para ellos hasta 1995 en su transportador de gas natural en Mónaco.
La opacidad no ha impedido a los Barclay hacerse con el Daily Telegraph, con el que buscan influencias políticas y prestigio, pero precisamente el Telegraph puede ser la llave que obligue a llevar la luz y los taquígrafos hasta las paredes de su castillo en Brecqhou.
Otros negocios
Littlewoods, los grandes almacenes londinenses, es otro de los negocios de los Braclay del que poseen un 5%. En 2003 compraron el servicio de venta por catálogo GUS, que combinado con Littlewoods ha logrado dominar el mercado inglés de venta a distancia.
Un pacto secreto casi arruina la compra
El Daily Telegraph, que celebra su 150 aniversario el año que viene, representa todo un trofeo para los Barclay, que en la puja se impusieron a otros 11 compradores. Los gemelos pagaron 9,7 millones libras más que la mejor oferta de sus rivales, después de que el grupo Hollinger Internacional de Chicago les demandase para evitar que se completase un acuerdo con un accionista de control llamado Conrad Black.El precio final triplicó los 326 millones de dólares que los hermanos habían negociado secretamente con Black para tomar el control del grupo Hollinger, pieza clave para cerrar esta operación. Los ojos de los Barclay estaban puestos en el Daily Telegraph desde hacía años. En 1986 Conrad Black, un hombre de negocios canadiense tomó el control del Telegraph y muy poco tiempo después, David cenaba con él para proponerle comprar el periódico. Pero en esta ocasión, Black no se dejó seducir. Diecisiete años más tarde, en mayo de 2003, realizaron su segundo oferta por el Daily Telegraph. Esta vez era más difícil renunciar, los gemelos eran millonarios y Black pasaba por un mal momento. Los accionistas de Hollinger Internacional estaban revolucionados al enterarse del pago de 275 millones de dólares que Black, su mujer y otros cuatro socios había cobrado por sus labores de gestión. En noviembre destituyeron a Black del cargo de consejero delegado.Entonces, David Barclay inició los contactos hasta que en enero llegan a un trato por el que los hermanos tomaban el control de Hollinger, la compañía a través de la cual Black controlaba su participación del 30% de Hollinger International, que por su parte había empezado a mover la venta del rotativo británico. Los directivos de Hollinger International denunciaron públicamente este pacto y finalmente, un juez obligó a los Barclay a acudir a la subasta para comprar el Daily Telegraph.