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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dividendos generosos

La Bolsa española ya ha batido en lo que va de 2004 el récord en pago de dividendos que se había marcado el año pasado. Las empresas del Ibex han repartido a sus accionistas entre enero y septiembre 8.256 millones de euros, cifra que no incluye otras fórmulas de retribución como el reparto de autocartera, las devoluciones de prima de emisión o la amortización de títulos. La rentabilidad por dividendo del mercado español se sitúa en el 2,7%, por encima del tipo de interés de la deuda, y en 2005 podría alcanzar el 3%, según datos del consenso de mercado medidos por la agencia financiera JCF.

Las empresas han decidido aumentar el pago de dividendos, primero, porque se lo pueden permitir y, después, porque el inversor se lo demanda. En los años de la burbuja tecnológica, las empresas cancelaban los dividendos con tal de crecer y el mercado lo premiaba. Después de 2001, ante las fuertes pérdidas en el precio de las acciones, los inversores han vuelto a adoptar estrategias conservadoras y eligen valores que aseguren una rentabilidad sostenida. En tiempos de dudas, más vale dividendo en mano que promesas de creación de valor como las que antes movían a las Bolsas.

También como consecuencia del pinchazo de la burbuja, las empresas han corregido el exceso de inversión de años anteriores y aligerado su endeudamiento. Desde 2001 las compañías del Ibex redujeron su deuda en 28.564 millones de euros, hasta dejarla en niveles muy manejables. Concluido el saneamiento, los resultados empresariales se han recuperado con cierto vigor. Así que muchas empresas se encuentran con exceso de liquidez y esas cajas llenas no van a destinarse a inversiones, dada la cautela sobre la economía y la falta de oportunidades atractivas. Tampoco se ha animado tanto como se esperaba el mercado de fusiones y adquisiciones, salvo en ciertos sectores. En este contexto, resulta adecuado dar una satisfacción al accionista, que ya pagó de sobra los excesos del pasado. Ahora le toca recoger los frutos de estrategias empresariales mucho más prudentes.

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