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Columna
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El mercado de trabajo este año

El autor analiza la evolución del mercado laboral en España durante 2004 a la luz de los últimos datos oficiales. En su opinión, la reducción de la tasa de temporalidad, que influirá en la mejora de la calidad del empleo y en un aumento de la productividad por ocupado, debe ser uno de los objetivos esenciales de la próxima reforma laboral

Los datos de noviembre de las afiliaciones a la seguridad Social y el paro registrado en las oficinas públicas de empleo, que se publicaron ayer, muestran un deterioro, respecto a la situación del mes anterior, en parte debido a razones estacionales. Este deterioro, mayor en las afiliaciones (cuatro décimas menos de crecimiento interanual) que en el paro registrado (una décima menos de descenso), frena parcialmente el favorable comportamiento de las dos variables en los dos meses anteriores.

Aun así, en términos interanuales y para la media del bimestre octubre-noviembre, las afiliaciones, que ya se habían acelerado en el tercer trimestre, aumentan el 2,9%, dos décimas más que en el trimestre anterior, mientras que el paro registrado, que en tasa interanual venía creciendo continuamente desde octubre de 2001, desciende en el citado bimestre el 1%.

Ahora bien, si se utilizan los datos más recientes de la Población Activa (EPA), el empleo registró en el tercer trimestre un aumento de casi 200.000 personas (190.400), del que sólo un 30% (55.900) está influido por circunstancias estacionales propias de la temporada turística.

Si se compara con el mismo trimestre del año anterior, el empleo se incrementó en 422.600 personas, equivalente a una tasa de variación interanual del 2,5%, dos décimas más que la del trimestre precedente, en contraste con el retroceso de los dos trimestres anteriores.

Por su parte, la población activa creció menos que el empleo en el tercer trimestre (129.100 personas) y su ritmo de aumento interanual también fue menor, el 1,8%, lo que supone un descenso de tres décimas respecto a la tasa de variación del segundo trimestre del año. A pesar de esa desaceleración de la población activa, la tasa de actividad (porcentaje en relación con la población de 16 y más años) ha crecido ligeramente, hasta el 56%, debido al escaso avance de la población en edad de trabajar (0,6%).

Como consecuencia de la evolución del empleo y la población activa, el paro descendió en el tercer trimestre en 61.300 personas, segunda caída trimestral consecutiva y que en cifras desestacionalizadas fue aún mayor (89.500). En relación, con un año antes, el paro estimado por la EPA se redujo en 83.300 personas, lo que significa una tasa de descenso interanual del 3,9%, a diferencia del aumento del 0,4% en el trimestre anterior, aumento que (con la única excepción del primer trimestre de este año) prolongaba una tendencia iniciada a principios de 2002 (ver gráfico adjunto).

La tasa de paro (en relación con la población activa), que ya en el segundo trimestre había disminuido por debajo del 11% (10,9%), un nivel que no se alcanzaba desde el cuarto trimestre de 2001, vuelve a descender en el tercer trimestre hasta el 10,5%, tasa inferior en siete y nueve décimas, respectivamente, a las del mismo trimestre de 2003 y 2002, lo que significa una notable mejora del mercado de trabajo.

La positiva evolución del mercado de trabajo que describe la EPA se ve empañada relativamente por la evolución del empleo temporal a lo largo de 2004, que repercute en el aumento de la tasa de temporalidad (porcentaje de asalariados con contratos temporales).

Así, el crecimiento del empleo asalariado en el tercer trimestre en relación con un año antes (346.300 ocupados más), se reparte prácticamente en partes iguales entre indefinidos (173.900) y temporales (172.300), lo que supone un aumento relativo mucho más intenso de los segundos (4,1%) que de los primeros (1,8%).

Este mayor crecimiento relativo del empleo temporal se traduce en un aumento de la tasa de temporalidad en el trimestre de ocho décimas respecto al anterior y de cinco décimas respecto al mismo trimestre de 2003, hasta situarse en el 31,2%, tasa que no se alcanzaba desde el segundo trimestre de 2002.

La reducción de la tasa de temporalidad, que, sin duda, influirá en la mejora de la calidad del empleo y en un aumento de la productividad por ocupado, debería ser uno de los objetivos esenciales de la próxima reforma laboral, tal como se prevé en la Declaración para el Diálogo Social firmada el pasado julio entre el Gobierno y los interlocutores sociales.

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