Presidente accidental
'No quiero ser un gran líder', dijo José Luis Rodríguez Zapatero a la revista Time en septiembre. En este caso, los nueve primeros meses de Zapatero deben ser vistos como un resonante éxito (...). Su precipitada decisión retirar las tropas de Irak fue el perfecto 'gracias' a los terroristas que pusieron las bombas en los trenes (...) y le empujaron, inesperadamente, a la presidencia (...)
En contra de las acusaciones socialistas al anterior Gobierno de exponer a España al terrorismo, ahora sabemos que los atentados del 11-M fueron planeados antes de la guerra de Irak (...).
Implacables ráfagas de antiamericanismo de Zapatero han hecho estremecerse incluso a los diplomáticos franceses y alemanes. En dos ocasiones ha llamado a los aliados de EE UU para que abandonen Irak. Y de alguna manera todavía esperaba que Bush le devolviera sus llamadas (...).
Sería tentador negar que se trata de meteduras de pata propias de un presidente sin experiencia que podría convertirse en un adivino, pero la política de Zapatero no parece tan dirigida por su inexperiencia como por su ideología. Y eso es difícil de cambiar (...). Zapatero tiene derecho a sus ideas pero los españoles están en su derecho de preguntar ¿qué obtienen de un líder que apacigua a terroristas, se hace amigo de dictadores y echa por tierra la posición internacional de España? Pueden ser cuatro largos y oscuros años en la península Ibérica.