La mitad de los diputados son obesos y un 25% tiene riesgo de infarto
Están gordos, fuman más de la cuenta, tienen el colesterol alto y la tensión por las nubes. Son los diputados españoles, ellos y ellas, cuya salud deja mucho que desear, según hizo público ayer la Fundación Española del Corazón.
Hace un mes, parlamentarios y funcionarios del Congreso, en total 416 personas con una media de edad de 44 años, chequearon sus factores de riesgo cardiovascular. El 52% muestra síntomas evidentes de sobrepeso, la hipertensión ha hecho mella en el 26% de nuestros representantes, el 22% tienen unas tasas de colesterol elevadas y un tercio reconocen que abusan del tabaco.
Los médicos ya han emitido su diagnóstico: uno de cada cuatro parlamentarios padece un riesgo cardiovascular elevado y tiene más de un 10% de posibilidades de padecer un infarto o un ictus en los próximos diez años. Por lo tanto deberían estar controlados y vigilados por sus médicos.
'La política no es una profesión cardiosaludable', dijo el doctor Eduardo de Teresa, presidente de la Sociedad Española de Cardiología. Lo ratificó la diputada Margarita Uría, presidente de la comisión de Sanidad de la cámara y con una salud de hierro: 'Vivimos fuera de nuestros hogares, la actividad de los plenos es intensísima, cuando estamos en Madrid solemos acudir a comidas de trabajo, y otras veces nos limitamos a comer unos bocadillos', se justificaba ayer la diputada del PNV. Uría también confesó que las salas de fumadores del Congreso siguen estando abarrotadas.