Transparencia en el mercado del ahorro
La declaración de intenciones con la que Manuel Conthe ha estrenado cargo supone una excelente noticia para el inversor español. Siempre, claro está, que sea llevada a cabo, lo que no es asunto baladí. Se trata de la mejora de la información que se proporciona al inversor, especialmente en algunos productos de inversión de cierta complejidad.
El gobierno corporativo, las prácticas contables y otros aspectos en los que se ha centrado la labor de los reguladores de los mercados son relevantes en la medida en que si no son tratados generan escándalos de gran impacto público. Son estos escándalos los que minan la confianza de los ahorradores, y ya se sabe que sin confianza no hay mercados que valgan.
Pero, habiendo abordado ya este problema, queda una segunda vía de protección del inversor. Protegerle, en cierto modo, de sí mismo, pero principalmente de los abusos a los que está expuesto debido a la creciente complicación de los productos financieros.
Cualquier profesional mínimamente relacionado con los mercados financieros sabe que los fondos garantizados no son una buena alternativa de inversión. O, como mínimo, no pueden ser -por pura lógica- una buena alternativa para todos y cada uno de los ahorradores. Sin embargo, se han distribuido a diestro y siniestro sin explicar ni otras opciones de ahorro ni, por supuesto, las leoninas condiciones bajo las que se han venido contratando.
Las agresivas campañas comerciales y la fijación de objetivos de captación para cada uno de los empleados de banca consiguieron, en fin, que se colocase a miles de personas un producto financiero que desconocen.
La obligación de la CNMV no, ni mucho menos, es ejercer de niñera. Pero sí poner los medios para que el inversor se pueda cuidar él solo, para que exija toda la información a la hora de contratar un producto. La transparencia es el mejor mecanismo para un mercado eficiente, y falta de transparencia padece el ahorro español.