EEUU sólo acepta bajar el déficit para frenar la caída del dólar
El G-20 no resolvió la petición europea de lograr un compromiso explícito para frenar la caída del dólar y la apreciación del euro. Pero se comprometió a poner los medios que suavicen la tendencia de las últimas semanas en los mercados de divisas. Estados Unidos acepta reducir su déficit fiscal, y Europa y Japón, reformar sus mercados para crecer más.
El G-20 agrupa a los diecinueve países más industrializados, los países emergentes más poderosos y a la Unión Europea, y representan el 90% del PIB mundial. Tiene, por tanto, en sus manos la solución a todos los problemas económicos del planeta. Salvo cuando el problema radica precisamente en las diferencias entre ellos. Por ello no fue posible en el comunicado final, hecho público ayer tras dos largas jornadas de reuniones en Berlín, a las que asistieron también los banqueros centrales de los países miembros y los dirigentes del Fondo Monetario y Banco Mundial, lucir un compromiso en materia cambiaria que frenase la vertical caída experimentada por el dólar en el mercado mundial las últimas semanas.
La preocupación europea por moderar la apreciación de su billete y limitar los efectos contractivos sobre el crecimiento económico, expresada fundamentalmente por Alemania, no logró aparecer, negro sobre blanco, en el comunicado oficial. No hay, por tanto, intervenciones concertadas a la vista para sostener el dólar.
Pero sí logró la insistencia del ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, que se conversase sobre el asunto, y que en la reflexión final apareciese una relación de consideraciones que, de llevarse a cabo, ayudarían mucho a reequilibrar las cotizaciones mundiales de las divisas. Así, el grupo reconocía como corolario a sus conversaciones que existían para la economía mundial 'riesgos (...) por la persistencia de desequilibrios externos', en clara referencia a los déficit gemelos de la economía norteamericana (fiscal y corriente). En la comparecencia ante los periodistas el secretario del Tesoro, John Snow, se comprometió a recortar el déficit presupuestario de los Estados Unidos hasta el 2% en los próximos años, y ratificó que el mismo compromiso lo había adquirido en sus reuniones dentro del G-20.
Snow recordó que no estaban en la agenda de los ministros de Finanzas y banqueros centrales los movimientos de las divisas. Pero a continuación subrayó el interés que tiene la Administración americana en que los países del sudeste asiático flexibilicen sus tipos de cambio para aliviar el déficit comercial que EE UU mantiene con ellos, especialmente con China. Este punto sí apareció en el comunicado oficial.
La contrapartida al compromiso de Estados Unidos estaba también en el comunicado: el G-20 insta a Japón y Europa a adoptar reformas estructurales para impulsar el crecimiento económico, y así tirar de la oferta exterior de Estados Unidos y aliviar su desequilibrio comercial y corriente.
El propio Snow pidió en su reciente gira europea tal sacrificio como medida para frenar la caída del dólar.
Persiste la preocupación por el precio del crudo
Los países del G-20 creen que la coyuntura económica en 2005 será buena, aunque algo menos favorable que en 2004; pero para ello deben producirse una serie de condiciones. Entre ellas destacan una cooperación eficaz entre productores y consumidores de petróleo, 'que asegure la existencia de una oferta adecuada de crudo', según el comunicado oficial de la organización que se reunió durante todo el fin de semana en Berlín. 'Los riesgos a la baja han aumentado debido a la volatilidad de los precios del petróleo, los persistentes desequilibrios y la preocupación sobre cuestiones geopolíticas', según el texto del comunicado citado. China recordó que únicamente consume el 2% de todo el hidrocarburo consumido en el mundo, para rechazar así las imputaciones de haber presionado al alza los precios del crudo con la fortaleza de su demanda.
Código para renegociar la deuda impagada
El G-20 se comprometió en Berlín a establecer un código de comportamiento para las crisis financieras, pese a la ausencia de Argentina. El plan para negociar de forma más justa el endeudamiento de los países que caen en impago había sido diseñado por el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, pero rechazado por algunos estados emergentes y el G-7 en la reunión primaveral del FMI. La ausencia de Argentina acabó aguando el acuerdo, que no impidiéndolo, pues es un compromiso voluntario. El código de comportamiento acordado contempla mejorar para el sector privado el acceso a los datos sobre la deuda del país en crisis. Cuando un país se encuentra en renegociación de su deuda los acreedores privados e inversores deben tener el mismo acceso a las fuentes de financiación del deudor que el FMI, el Club de París u otros acreedores.